“Hablar bien, expresarse correctamente en español, no es conocer mil palabras y vomitarlas machaconamente; supone el conocimiento preciso de cada término, su raíz filológica, el empleo justo de cada vocablo en el momento adecuado evitando redundancias, hipérboles y prolongaciones del discurso que, de otra forma, deviene pesado y pedantesco.”