“Este corazón está ahora muerto, cerrado a todas las sensaciones; mis ojos estánsecos, y mis acerbos dolores, que no tienen desahogo, llenan de prematuras arrugas mi frente. ¡Cuánto sufro!”
“Todas las disparidades del mundo, las diversas alas de la paradoja, las dos caras del problema, las preguntas de deshojar la margarita, la concienca con forma de tijera, todas las polaridades, las cosas y sus imágenes y las cosas que no proyectan sombras y, sencillamente, las explosiones cotidianas de una calle, esta cara y aquélla, una casa y un dolor de muelas, explosiones que sólo tienen, en su nombre, letras diferentes, mi aguja todo lo atraviesa, y yo mismo, mis ávidas fantasías, todo lo que ha existido y hoy existe, somos parte de un collar de imcomprensible belleza y falta de sentido.”
“Con sus ojos grandes y llenos de miedo, suavemente tira de mi mano y la pone ensu pecho sobre su corazón, en la zona prohibida. Su respiración se acelera. Sucorazón está bombeando un frenético, pulsante latido bajo mis dedos. No quita sus ojos de mí; su mandíbula está tensa, sus dientes apretados.Jadeo. ¡Oh mi Cincuenta! Me está dejando tocarlo. Y es como si todo el aire de mis pulmones se ha vaporizado, ido. La sangre está latiendo en mis oídos cuando elritmo de mi corazón aumenta para igualar el suyo.Él deja ir mi mano, dejándola en su lugar sobre su corazón. Flexiono levemente misdedos, sintiendo la calidez de su piel bajo la tela de su camiseta. Está sosteniendoel aliento. No puedo soportarlo. Intento mover mi mano.—No —dice rápidamente y pone su mano una vez más sobre la mía, presionandomis dedos contra él—. No.”
“No concibo mi vida más que como un encadenamiento de muertes sucesivas. Arrastro tras de mí los cadáveres de todas mis ilusiones, de todas mis vocaciones perdidas.”
“Abre sus ojos de nuevo, su expresión es desolada–sincera. –¿No ibas a escapar? –pregunta.–¡No!Cierra sus ojos de nuevo y todo su cuerpo se relaja. Cuando abre sus ojos, puedo ver su dolor y angustia.–Pensé… –Se detiene–. Este soy yo, Ana. Todo yo… y soy todo tuyo. ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de eso? Hacerte ver que te quiero de cualquier forma en que te pueda obtener. Que te amo.–También te amo, Christian, y verte así… –Me ahogo y mis lágrimas comienzan de nuevo–. Pensé que te había roto.–¿Roto? ¿A mí? Oh no, Ana. Justo lo contrario. –Se estira y toma mi mano–. Eres mi vida, –susurra, y besa mis nudillos antes de presionar mi palma contra la suya.”
“Si ojos tienen que no me vean; si manos tienen que no me agarren; no permitas que me sorprendan por la espalda; no permitas que mi muerte sea violenta; no permitas que mi sangre se derrame; Tú que todo lo conoces, sabes de mis pecados, pero también sabes de mi fe, no me desampares, Amén.”