“Llegara un tiempo, cuando todos nosotros estemos muertos. Todos nosotros. Llegara un tiempo cuando no quedaran más seres humanos para recordar que alguna vez existimos o que nuestra especie alguna vez hizo algo. No habrá nadie que quede para recordar a Aristóteles o a Cleopatra, por no hablar de ti. Todo lo que hicimos, construimos, escribimos, pensamos y descubrimos será olvidado y todo esto habrá sido inútil. Quizás ese tiempo venga pronto y quizás esta a millones de años lejos, pero incluso si sobrevivimos el desplome de nuestro sol, no sobreviviremos para siempre. Paso mucho tiempo antes que los organismos experimentaron la conciencia, y habrá tiempo después. Y si la inevitabilidad del olvido humano te preocupa, te animo a que lo ignores. Dios sabe que eso es lo que hacen todos.”
“Los buenos libros se parecen en que son más ciertos que si hubiesen sucedido de verdad y en que, cuando terminas de leerlos, sientes que todo te sucedió y después, que todo te pertenece: lo bueno y lo malo, el éxtasis, el remordimiento y el dolor, la gente y los lugares y cómo estaba el tiempo.”
“Para conseguir algo de envergadura, o encontrar algo de envergadura, se necesita tiempo y dinero. Claro que eso tampoco significa que con tiempo y dinero se tenga que conseguir algo estupendo. De todas maneras, disponer de ambas cosas no hace ningún daño. Sobre todo, la cantidad de tiempo es limitada. El reloj no para de marcar la hora. Tictac. El tiempo pasa enseguida. La oportunidad se va perdiendo. Y si usted tiene dinero, puede comprar el tiempo. Puestos a comprar, hasta puede comprarse la libertad. El tiempo y la libertad son lo más importante que el dinero puede comprar para el ser humano.”
“Cuando pasa algo malo, pero malo de verdad, por mucho que llores, lo peor no es llorar, que eso a veces está bien, porque te quedas nuevo, lo peor empieza cuando no puedes llorar más, y entonces te das cuenta de que la tristeza es algo sucio, como un grumo gris, espeso, una pelota de barro dentro de los pulmones, que pesa, y la notas al respirar, todo el tiempo.”
“Y entonces pensé que la felicidad no "llega". No llega cuando te casas o cuando ya no dependes de tus jefes o cuando tienes el trabajo chingón o te vas a estudiar fuera. Es algo que está todo el tiempo, desde siempre, mezclado con las cosas pinches. Es un sentimiento de a ratitos, a veces dura más y a veces menos, pero va y viene. Y uno decide si lo agarra cuando está, o no.”
“De los muchos rostros que (como todos los seres humanos) Alejandra tenía, aquél era el que más le pertenecía a Martín; o, por lo menos, el que más le había pertenecido: era la expresión profunda y un poco triste del que anhela algo que sabe, por anticipado, que es imposible; un rostro ansioso pero ya de antemano desesperanzado, como si la ansiedad (es decir, la esperanza) y la desesperanza pudieran manifestarse a la vez. Y, además, con aquella casi imperceptible pero sin embargo violenta expresión de desdén contra algo, quizá contra Dios o la humanidad entera o, más probablemente, contra ella misma. O contra todo junto. No sólo de desdén, sino de desprecio y hasta de asco.”