“(...) pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.”
“Que un protestante se muera en domingo lo entiendo, siendo Lutero el diablo. ¿Pero un católico?. Tampoco entiendo que los terremotos tumben iglesias, y con gentecita devota adentro.¡Qué! ¿No estamos los católicos seguros ni en las iglesias, a salvo de la ira de Dios? Está uno tranquilo en una iglesia escampándose del aguacero o de la música disco cuando ¡pum! le da al Otro por temblar, por tirarle a uno el techo encima, las torres y los candiles, el pararrayos y el reloj. Vivir en sí es un peligro y en las iglesias ni se diga con la protección de arriba.”
“―El mundo siempre es nuevo ―dijo Coro Mena― por muy viejas que sean sus raíces. Selver, ¿qué pasa entonces con esas criaturas? Parecen hombres y hablan como hombres. ¿No son hombres?―No lo sé. ¿Acaso el hombre mata al hombre, excepto en un ataque de locura? ¿Acaso mata la bestia a los de su especie? Sólo los insectos. Estos yumenos nos matan con la misma indiferencia con que nosotros matamos víboras. El que me enseñó a mí decía que se matan unos a otros, en disputas individuales, y también en grupos, como las hormigas cuando pelean. Eso yo no lo he visto. Pero sé que no escuchan a quienes piden clemencia. Asestan golpes de gracia sobre la cabeza gacha, ¡yo lo he visto! Hay en ellos necesidad de matar, y por eso me pareció natural condenarlos a muerte.”
“Pues apenas el tiempo se divide en ayer, hoy y mañana, en horas, minutos y segundos, el hombre cesa de ser uno con el tiempo, cesa de coincidir con el fluir de la realidad.”
“¿Por qué no he de confesar mi angustia en este momento en que mi ser tiembla y fluctúa entre la vida y la muerte, en que el pasado se proyecta como un relámpago en el sombrío abismo del porvenir, en que todo lo que me rodea se desploma y en que el mundo parece acabarse conmigo? ¿No reconoces la voz de la criatura extenuada, desfallecida, que se hunde sin remedio, y a pesar de su inútil lucha, gritando con amargura...”
“Sombra miró el cuerpo del cervatillo. Decidió que si fuera un auténtico hombre de campo, le cortaría una costillas y las cocinaría en un hoguera improvisada. Sin embargo, se sentó en un tronco de árbol, se comió un Snickers y se dio cuenta de que no era un autentico hombre de campo.”