“La muerte parece ahora más pequeña, como si la osamenta le hubiese encogido, o quizá siempre fue así y son nuestros ojos, de acuerdo con nuestros miedos, los que hacen de ella una gigante.”
“–Patria... creo que esa palabra no existe no mi diccionario.–De veras, no. Para usted, son tuyas las tierras de la hacienda. Nada más. No consigues mirar los montes, las playas, el cielo y el mar de las Islas como tuyos. Así es la Patria: todo que hay en ella es nuestro. Y es amado y defendido como lo haces con tu hacienda: hasta la muerte.”
“Las razas fuertes exterminan a las débiles, los pueblos civilizados suplantan en la posesión de la tierra a los salvajes. No debieran nuestros escritores insistir sobre la crueldad de los españoles para con los salvajes de América, ahora como entonces, nuestros enemigos de raza, de color, de tendencias, de civilización. Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes, por quienes sentimos, sin poderlo remediar, una invencible repugnancia… no son más que unos indios asquerosos, a quienes habríamos hecho colgar y mandaríamos colgar ahora, si reapareciesen en una guerra.”
“Así fue como comprendí que esta tierra, de la que dependía nuestro alimento, nuestra existencia, nuestro descanso y nuestra posibilidad de descubrir la belleza, tenia que ser tratada de la misma manera en que deseamos tratar a los demás y a nosotros mismos. Cualquier cosa que le ocurra a ese campo también nos ocurre en cierto modo a nosotros.”
“Mi caída empezó, como muchas historias lo hacen, con una chica. Una chica llamada Meghan Chase, la hija medio humana de nuestro antiguo rival, el Rey de Verano. El destino nos unió, y a pesar de todo lo que hice para ocultar mis emociones, a pesar de las leyes de nuestra gente y de la guerra con los feys de Hierro y de la amenaza de eterno destierro de mi hogar, aun así me enamoré de ella. Nuestros caminos estaban entretejidos, nuestros destinos entrelazados, y antes de la última batalla juré que la seguiría al fin del mundo, para protegerla de cualquier amenaza, incluyendo a mi propia familia, y para morir por ella si era llamado a hacerlo. Me convertí en su caballero, y habría servido con alegría a esta chica, la mortal que había capturado mi corazón, hasta que el último aliento abandonara mi cuerpo.Pero el destino es un amante cruel, y al final, nuestros caminos fueron forzados a separarse, como había temido que lo fueran”
“Es una ilusión ingenua creer que nuestra imagen no es más que una apariencia tras la cual está escondido nuestro yo como la única esencia verdadera, independientemente de los ojos del mundo. Los imagólogos han descubierto con cínico radicalismo que es precisamente todo lo contrario: nuestro yo es una mera apariencia, inaprehensible, nebulosa, mientras que la única realidad, demasiado aprehensible y descriptible, es nuestra imagen a los ojos de los demás. Y lo peor es que no eres su dueño. Primero intentas dibujarla tú mismo, después quieres al menos influir en ella y controlarla, pero en vano: basta con una frase malintencionada y te conviertes para siempre en una caricatura tristemente simple.”