“Arreglar la realidad resultaba agotador, pero alguien se tenía que ocupar de ello.”
“Años más tarde observé con sorpresa que ese modo que tenía mi hermano de enfrentarse a la realidad aparecía en los libros de texto con el nombre de ascetismo. El asceta busca el bien a través del mal. O se mortifica para alcanzar el bienestar, como ustedes prefieran. Mi hermano era asceta sin haber llegado a oír jamás tan curiosa palabra. Algunos días se ensuciaba la lengua voluntariamente con un poco de tinta para que le administraran una ración doble de la pócima. Aseguraba que se quedaba más tranquilo si comenzaba la jornada con un castigo merecido. Presagiaba que el futuro estaría lleno de cosas inmerecidas que de todos modos nos tendríamos que tragar, en lo que no estaba equivocado.”
“Le confesé que tenía notas para una novela que trataba de eso, de un tipo que se moría de pequeño, en el patio del colegio, pero que no decía nada a nadie por discreción, por delicadeza, por no joder, en suma, y fingía que continuaba vivo.”
“Una de las decisiones que he tomado ha sido la de no volver a hablar nunca con alguien que no me entienda, es tan inútil.”
“De todos modos, yo estaba tan familiarizado con el miedo que aquello constituía un episodio más. La vida sin miedo resultaba inconcebible. Los días de paz nunca fueron días de paz, sino de tregua.”
“Entonces comprendí de súbito que uno se enamora del habitante secreto de la persona amada, que la persona amada es el vehículo de otras presencias de las que ella ni siquiera es consciente.”
“El problema era que no nos colocábamos en el lugar adecuado para observar la realidad. Por eso veíamos muertes donde sólo había desplazamientos de vida.”