“En la universidad somos todos investigadores”
“Las macrópolis han perdido su centro, el núcleo lógico del que una vez salieron. En Tokio, Roland Barthes experimentó la fascinación del vacío central: la ciudad como constante orilla. Los habitantes del Distrito Federal conocemos este asombro; el paisaje nos excede en tal medida que la única forma de cohesionarlo, de darle sentido, es ir de un lado a otro: funciona porque es atravesado.”
“Yo sé cómo le brillaban antes los ojos como si fueran charcos alumbrados por la luna. Pero de pronto se destiñeron, se le borro la mirada como si la hubieran revolcado en la tierra.”
“Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.”
“Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve y nos importa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraídos hacia todo aquello -una mujer, una profesión, un lugar donde vivir- gracias a una intuición impulsiva que nunca compara; todo es tan obvio que vale por sí mismo y lo único que cuenta es la capacidad para alcanzarlo. En la segunda edad aquello que elegimos en la primera, normalmente se ha gastado, ya no vale por sí mismo y necesita una justificación que el hombre razonable concede gustoso, con ayuda de su razón, claro está; es la madurez, es el momento en que, para salir airoso de las comparaciones y de las contradictorias posibilidades que le ofrece todo lo que contempla, el hombre lleva a cabo ese esfuerzo intelectual gracias al cual una trayectoria elegida por el instinto es justificada a posteriori por la reflexión. En la tercera edad no sólo se han gastado e invalidado los móviles que eligió en la primera sino también las razones con que se apuntaló su conducta en la segunda. Es la enajenación, el repudio de todo lo que ha sido su vida para la cual ya no encuentra motivación ni disculpa. Para poder vivir tranquilo hay que negarse a entrar en esa tercera etapa; por muy forzado que parezca, debe hacer un esfuerzo con su voluntad para permanecer en la segunda; porque otra cosa es la deriva.”
“...¿Cuándo comprenderéis que el tiempo es sólo la imagen en movimiento de la eternidad?¿ Cuánto más necesitaréis para considerar que el espacio es sólo la sombra fugitiva de las realidades del Paraíso? Os enorgullecéis de vuestros hallazgos y pensáis que la verdad absoluta está a vuestro alcance. No comprendéis que sois como niños recién llegados a un orden inmensamente viejo e inconcebiblemente sabio. Caballo de Troya 3”