“...y la mano se abría otra vez para posarse en su mejilla, acariciarla y acariciarla, quemándola sin prisa.”
“Él puso suavemente una mano en la nuca, a la vez que ella le ponía suavemente la suya en la cadera, y se dieron un beso en la calle, rodeados de gente con prisa por volver a casa, en la luz de verano; y sería, para ambos, el beso más dulce de su vida.Aquí empieza todo. Empieza todo aquí, hoy.”
“La Ciudad es una para el que pasa sin entrar, y otra para el que está preso en ella; una es la ciudad a la que se llega la primera vez, otra la que se deja para no volver, cada una merece un nombre diferente.”
“...quienes se entregan a la venganza y se toman la justicia por su mano rara vez saben dónde está el límite...”
“Las otras dríadas se fueron, dejándome sola con un gato, un príncipe, y un palo. Suspiré y miré hacia abajo a la madera en mis manos. ―Sin presión ni nada, -murmuré.”
“A veces basta secar el sudor de la frente de un hombre cansado para que coma de la mano que lo acaricia. No se necesita ser nigromante para eso. Ser leal y alegre, escuchar -o al menos fingir que una lo hace-, cocinar sabroso, vigilarlo sin que se dé cuenta para evitar que cometa tonterías, gozar y hacerlo gozar en cada abrazo, y otras cosas muy sencilla son la receta. Pdría resumirlo en dos frases: mano de hierro, guante de seda.”