“Yo tuve un hermanono nos vimos nuncapero no importaba.Yo tuve un hermanoque iba por los montesmientras yo dormía.Lo quise a mi modole tomé su vozlibre como el agua.Camine de a ratoscerca de su sombrano nos vimos nuncapero no importaba.Mi hermano despiertomientras yo dormía.Mi hermano mostrándomedetrás de la nochesu estrella elegida.”

Julio Cortazar

Julio Cortázar - “Yo tuve un hermanono nos vimos...” 1

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“Yo no tenía hermanos. Era hijo único. Y por eso sentí durante toda mi niñez algoparecido al complejo de inferioridad. Yo era un ser aparte en aquel mundo, carecía de algo que los demás poseían de la forma más natural.”

Haruki Murakami
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“Extraño como un pato en el Manzanares,torpe como un suicida sin vocación,absurdo como un belga por soleares,vacío como una isla sin Robinson,oscuro como un túnel sin tren expreso,negro como los ángeles de Machín,febril como la carta de amor de un preso…,Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.Perdido como un quinto en día de permiso,como un santo sin paraíso,como el ojo del maniquí,huraño como un dandy con lamparones,como un barco sin polizones…,así estoy yo, así estoy yo, sin ti.Más triste que un toreroal otro lado del telón de acero.Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.Vencido como un viejo que pierde al tute,lascivo como el beso del coronel,furtivo como el Lute cuando era el Lute,inquieto como un párroco en un burdel,errante como un taxi por el desierto,quemado como el cielo de Chernovil,solo como un poeta en el aeropuerto…,así estoy yo, así estoy yo, sin ti.Inútil como un sello por triplicado,como el semen de los ahorcados,como el libro del porvenir,violento como un niño sin cumpleaños,como el perfume del desengaño…,así estoy yo, así estoy yo, sin ti.Más triste que un toreroal otro lado del telón de acero.Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.Amargo como el vino del exiliado,como el domingo del jubilado,como una boda por lo civil,macabro como el vientre de los misiles,como un pájaro en un desfile…,así estoy yo, así estoy yo, sin ti.Más triste que un toreroal otro lado del telón de acero.Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.”

Joaquin Sabina
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“NOVIA. ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos.”

Federico García-Lorca
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“Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo. ”

Pablo Neruda
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“Así como el practicante de meditación se asombra de advertir cuán poco alerta está en su vida cuotidiana, lo primero que descubre cuando comienza a cuestionar el yo no es la carencia de ego sino su total egocentrismo. Constantemente pensamos, sentimos y actuamos como si tuviéramos un yo que proteger y preservar. La menor intrusión en el territorio del yo (la astilla en el dedo, el vecino bullicioso) despierta temor y furia. La menor esperanza de exaltación del yo (ganancia, elogio, fama, placer) despierta codicia y afán. Todo indicio de que una situción es irrelevante para el yo (aguardar un autobús, meditar) provoca aburrimiento. Tales impulsos son instintivos, automáticos, ubicuos y poderosos. En la vida cotidiana los damos por sentados. Los impulsos por cierto están allí y acontecen constantemente, ¿pero qué sentido tienen a los ojos del practicante inquisitivo? ¿Qué clase de yo respalda tales actitudes?”

Francisco Varela Garcia
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