“Estábamos viviendo bajo una nueva gravedad, tan imperceptible que casi no nos dimos cuenta, aunque nuestro cuerpo estaba sujeto a su dominio. Las semanas siguientes, mientras los días continuaban alargándose, los jugadores de fútbol americano comprobaron que el balón no volaba tan lejos como antes; los bateadores de béisbol resbalaban con más facilidad. Cada vez me costaba más esfuerzo enviar la pelota al otro lado del campo de una patada. Los pilotos acabaron por dejar de volar. Todo caía al suelo más deprisa.”
“...Usted le ofreció a la gente nuevas maneras de imaginar, al tiempo que proclamaba una y otra vez nuestra deuda con el pasado, sobre todo con la literatura. Afirmó que le debemos a la literatura casi todo lo que somos y lo que hemos sido. Si los libros desaparecen, desaparecerá la historia y también los seres humanos. Estoy segura de que tiene razón. Los libros no son sólo la suma arbitraria de nuestros sueños y de nuestra memoria. También nos ofrecen el modelo de la propia trascendencia. Algunos creen que la lectura es sólo una manera de evadirse: una evasión del mundo diario “real” a uno imaginario, al mundo de los libros. Los libros son mucho más. Son una manera de ser del todo humano....”
“Ya ves, continuamos viviendo, cada uno a su manera [...]. Por profunda y fatal que sea la pérdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien completamente distinto y sólo conservemos, de lo que antes éramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hielo de los días que nos han destinado, ir dejándolos atrás. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días [...]. Al pensarlo, me sentí terriblemente vacío.”
“Aquella mañana el ruido de los grillos era ensordecedor, el chirrido de tantos animales nuevos en la oscuridad —se habían multiplicado desde que empezó la ralentización—. Igual que los demás insectos. Ahora que había tan pocos pájaros medraban los organismos más pequeños. Cada vez había más arañas en nuestros techos. En los desagües del baño asomaban escarabajos. Tuvimos que suspender uno de los entrenamientos de fútbol cuando millones de mariquitas se posaron a la vez sobre el campo. Incluso la belleza en abundancia puede ser horripilante.”
“Hay quien dice que la ralentización nos afectó de mil maneras imperceptibles, desde la esperanza de vida de las bombillas hasta el tiempo que tardaba en fundirse el hielo y en hervir el agua o la tasa en que se multiplican y mueren las células humanas. Unos afirman que nuestro cuerpo envejecía más despacio en los días inmediatamente posteriores al inicio de la ralentización, que los muertos morían de muerte más lenta y que los bebés tardaban más en nacer. Hay algunas pruebas de que los ciclos menstruales se alargaron levemente en esas primeras dos semanas.”
“Fue terrible ver cómo iba muriendo día a día sin que, los que podían, hiciesen algo por evitarlo. La impotencia me sublevaba. Cuando todavía estaba bien, o al menos no tan mal como las últimas semanas, antes de que lo trasladasen a la enfermería, hablamos mucho. Conversábamos sobre nuestra tierra, desempolvábamos recuerdos, contábamos anécdotas del frente nos lamentábamos del desenlace de la contienda. No sólo habíamos perdido la guerra, también habíamos perdido la libertad, las ilusiones, los sueños, la posibilidad de ser felices. Cuando el abatimiento nos vencía jugábamos a recordar momentos agradables, con todo lujo de detalles y con los ojos cerrados, para vivir la ilusión de que estábamos en ese otro lugar y no entre las paredes de una cárcel.”