“Pero entre los artefactos que probablemente no descubran nunca —entre los objetos que probablemente se desintegren mucho antes de que llegue nadie de ninguna parte— hay cierto fragmento de acera en una calle de California, donde una vez, en una tarde oscura de verano, casi un año después de iniciarse la ralentización, dos niños se arrodillaron sobre el suelo frío. Metimos los dedos en el cemento húmedo y escribimos la más sincera y sencilla de las verdades que conocíamos: nuestros nombres, la fecha y estas palabras: «Estuvimos aquí».”

Karen Thompson Walker

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“Hay quien dice que la ralentización nos afectó de mil maneras imperceptibles, desde la esperanza de vida de las bombillas hasta el tiempo que tardaba en fundirse el hielo y en hervir el agua o la tasa en que se multiplican y mueren las células humanas. Unos afirman que nuestro cuerpo envejecía más despacio en los días inmediatamente posteriores al inicio de la ralentización, que los muertos morían de muerte más lenta y que los bebés tardaban más en nacer. Hay algunas pruebas de que los ciclos menstruales se alargaron levemente en esas primeras dos semanas.”


“Aquella mañana el ruido de los grillos era ensordecedor, el chirrido de tantos animales nuevos en la oscuridad —se habían multiplicado desde que empezó la ralentización—. Igual que los demás insectos. Ahora que había tan pocos pájaros medraban los organismos más pequeños. Cada vez había más arañas en nuestros techos. En los desagües del baño asomaban escarabajos. Tuvimos que suspender uno de los entrenamientos de fútbol cuando millones de mariquitas se posaron a la vez sobre el campo. Incluso la belleza en abundancia puede ser horripilante.”


“Todavía me sorprende lo poco que sabíamos en realidad. Teníamos cohetes, satélites y nanotecnología. Teníamos brazos y manos robotizadas, robots para recorrer la superficie de Marte. Nuestros aviones no tripulados, dirigidos por control remoto, podían oír voces a cinco kilómetros de distancia. Podíamos fabricar piel artificial, clonar ovejas. Podíamos hacer que el corazón de un muerto bombeara sangre en el cuerpo de un desconocido. Estábamos dando grandes pasos en el dominio del amor y la tristeza: teníamos medicinas para despertar el deseo y para acallar el dolor. Llevábamos a cabo toda suerte de milagros: podíamos hacer que los ciegos vieran y que los sordos oyesen, y los médicos lograban extraer a diario a bebés del útero de mujeres infértiles. En la época de la ralentización, los investigadores de células madre estaban a punto de curar la parálisis: sin duda los inválidos habrían vuelto a andar.Y sin embargo lo desconocido todavía sobrepasaba a lo conocido. Nunca llegamos a determinar las causas de la ralentización. El motivo de nuestro sufrimiento continuó siendo un misterio.”


“El romance hablaba de cierto brujo y cierta poetisa. De cómo el brujo y la poetisa se conocieron a la orilla del mar, entre los chillidos de las gaviotas; cómo se enamoraron desde el primer momento. De cuán hermoso y fuerte era su amor. De que nada, ni siquiera la muerte, sería capaz de destruir aquel amor ni de separarlos. Jaskier sabía que pocas personas creerían la historia que contaba el romance, pero no se preocupó por ello. Sabía que los romances no se escriben para que se crea en ellos, sino para emocionar. Algunos años después, Jaskier podría haber cambiado el contenido del romance, haber escrito sobre lo que sucedió en realidad. No lo hizo. La verdadera historia no hubiera emocionado a nadie. ¿Quién querría escuchar que el brujo y Ojazos se separaron y no se volvieron a ver nunca más, ni una sola vez? ¿Que cuatro años más tarde Ojazos murió de viruela durante una epidemia que asoló Wyzima? ¿Que él, Jaskier, la sacó en sus brazos de entre los cadáveres quemados en las hogueras y la enterró lejos de la ciudad, en el bosque, sola y tranquila, y junto con ella, tal y como había pedido, dos cosas: su laúd y su perla celeste? Una perla de la que nunca se separó.”


“Linda Williams dice algo muy interesante en su libro Hard Core. Afirma que una de las fantasías más tradicionales de la pornografía masculina es la violación que se convierte en éxtasis, y en que la mujer acaba disfrutando. Los hombres siempre fantasean sobre la débil frontera entre el 'no' y el 'sí' de una mujer. Este es el clásico dilema de la violación en nuestra sociedad sexista: la sospecha de que la víctima quiere ser victimizada. Esta es la razón por la que la violación en los juzgados siempre es un tema difícil, y sigue siendo uno de los crímenes donde más se desconfía de la veracidad de las víctimas.”


“Más adelante, pensé en aquellos primeros días como el momento en que aprendimos como especie que nos habíamos preocupado por las cosas equivocadas: el agujero de la capa de ozono, la desaparición de los casquetes polares, la gripe porcina y del Nilo, las abejas asesinas. Aunque supongo que lo que nos preocupa nunca es lo que acaba ocurriendo al final. Las verdaderas catástrofes siempre son diferentes, inimaginables, imprevistas y desconocidas.”