“Los duelos de bestias salvajes siempre abrían las festividades matutinas. Hoy, en primer lugar había un combate entre un elefante y un rinoceronte. Este último terminó sacando un ojo a su rival con el cuerno. Pensé que podría haber vivido muy feliz sin necesidad de saber cómo sonaba el grito de un elefante.”
“Como si el mundo se encogiera en torno a un núcleo de entidades desglosables. Las cosas cayendo en el olvido y con ellas sus nombres. Los colores. Los nombres de los pájaros. Alimentos. Por último los nombres de las cosas que uno creía verdaderas. Más frágiles de lo que él habría pensado. Cuánto de ese mundo había desaparecido ya? El sagrado idioma desprovisto de sus refrentes y por tanto de su realidad. Rebajado como algo que intenta preservar su calor. A tiempo para desaparecer para siempre en un abrir y cerrar de ojos.”
“Cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado.Y uno de los niños, con los ojos muy abiertos, le preguntó:-Pero... ¿Cómo sabías que adentro de aquella piedra había un caballo?”
“Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema.”
“...un clavo en el muro es siempre un acto de esperanza sobre un lugar físico determinado, de esperanza y persistencia.”
“¡Arnau! Sí, era el mismo grito que un día lanzaron en silencio los ojos de una muchacha a la que había traicionado, en la masía de Felip de Ponts.”