“Estoy destinada a morir virgen.—Mi propia confesión me sorprendió. ¿Esas palabras salieron de mi boca? Froté el suave material de la chaqueta de Noah. Tal vez debería haber ido con él. No para drogarme, pero para... bueno... no morir virgen.”

Katie McGarry

Katie McGarry - “Estoy destinada a morir virgen.—Mi...” 1

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“No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas. Tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir. Ya no estoy muerto: estoy enamorado.”

Adolfo Bioy Casares
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“Puede que crea que me lo merecía. Tal vez no debería haberle mandado una rosa a Juliet o haberla empapado de cerveza en la fiesta. Tal vez no debería de haber copiado a Lauren Lornet en el examen. Tal vez no debería de haberle dicho lo que le dije a Kent. O quizás pienses que me lo merecía porque había decidido acostarme con Rob, porque no iba a conservar la virginidad y esas cosas. Pero antes de que empieces a señalarme con el dedo, déjame hacerte una pregunta: ¿tan mala fui? ¿Tanto que merecía morir, morir así? Las cosas que hice, ¿fueron mucho peores que las que hace cualquiera? ¿De verdad fueron peores que las que haces tú? Piénsalo.”

Lauren Oliver
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“Ella ya sólo existe en mis recuerdos. Se ha ido de mi lado. Estaba aquí, pero ha desaparecido. Y allí no hay término medio. Donde no hay lugar para el compromiso no puede haber un término medio. Los quizá tal vez existan al sur de la frontera. No al oeste del sol.”

Haruki Murakami
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“Para que los pasos no me lloren, para que las palabras no me sangren: canto. Para tu rostro fronterizo del alma que me ha nacido entre las manos: canto. Para decir qe me has crecido clara en los huesos más amargos de la voz: canto. Para que nadie diga: ¡tierra mía!, con toda la decisión de la nostalgia: canto. Por lo que no debe morir, tu pueblo:canto. Me lanzo a caminar sobre mi voz para decirte: tú, interrogación de frutas y mariposas silvestres, no perderás el paso en los andamios de mi grito, porque hay un maya alfarero en tu corazón, que bajo el mar, adentro de la estrella, humeando en las raíces, palpitando mundo, enreda tu nombre en mis palabras. Canto tu nombre, alegre como un violín de surcos, porque viene al encuentro de mi dolor humano. Me busca del abrazo del mar hasta el abrazo del viento para ordenarme que no tolere el crepúsculo en mi boca. Me acompaña emocionado el sacrificio de ser hombre, para que nunca baje al lugar donde nació la traición del vil que ató tu corazón a la tiniebla, ¡negándote!”

Otto Rene Castillo
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“—Ella no significa nada para mí. —La voz de Dank envió un hormigueo por mi cuello y en mi pecho—. Nunca te mentiría, Pagan. —dijo, con urgencia, contra mi oreja. Abrí los ojos para mirar hacia él, con ganas de ver el azul de sus ojos. Sus labios rozaron la punta de mi oreja e hizo un sendero hasta mi cara. Ambas manos se apoderaron de mi cintura tirando de mí con fuerza, contra su cuerpo—. Tú me tientas. No puedo caer en la tentación.No estoy hecho para ser tentado pero, Pagan Moore, me tientas. Desde el momento en que vine por ti me atrajiste. Todo acerca de ti... —Una de sus manos que se posaba en la parte izquierda de mi cintura, se trasladó hasta acariciar suavemente mi brazo—. Tú me vuelves loco de necesidad. De deseo. No lo entendía al principio. Pero ahora lo sé. Es tu alma llamándome. Las almas no significan nada para mí. No se supone que deban. Pero la tuya se ha convertido en mi obsesión. —Bajó la cabeza a mi hombro y me besó en la curva de mi cuello. Su mano se movió por debajo de mi camisa y el calor de la palma de su mano descansaba sobre mi vientre desnudo. Un pulso de calor se apoderó de mí y me apretó fuertemente contra él para que no me cayera—. Quiero matar a ese chico cada vez que veo sus manos sobre ti. —Besó el camino hasta mi cuello y arqueé mi cuello en respuesta a darle un mejor acceso. Nada se había sentido así. Su tacto era como una droga—. Quiero arrancar los brazos de su cuerpo para que no te pueda tocar de nuevo. —Un gruñido bajo, familiar vibraba en mi espalda—. Pero no puedo tenerte, Pagan. No estás hecha para mí. —Su voz sonaba torturada. Quería consolarlo. Él me reclamó también. De alguna manera, había entrado en mi mundo y se había convertido en el centro del mismo.”

Abbi Glines
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