“Pasé una tonta cantidad de tiempo el año pasado leyendo libros y mirando películas, y en todos ellos, cuando mueres y te resucitan, los poderes sobrenaturales son parte del trato. ¡Perdona que no ganaras el gran premio de la paz eterna, pero no te vas con las manos vacías!Puedes volver roto y confundido, pero al menos tienes algún premio cósmico de consuelo, como la habilidad de leer mentes o hablar con los muertos u oler mentiras. Algo así de genial. Yo ni siquiera puedo manipular los elementos. Claro que si fuera a tomar enserio los libros, también tendría que creer que todos los chicos adolescentes llaman a las chicas nena, porque al parecer eso expresa completo amor. Él era un imbécil hace un minuto, pero te arroja un nena y estás acabada. Completa perdida del autocontrol y la dignidad activada.Oooh, me dijo nena. Mis bragas están mojadas y lo amooooooo.”
“Yo ahora no creo en Dios, pero me parece que el cura del funeral del padre de Vera tampoco creía mucho, me refiero a la vida eterna y todo eso. Decía que el cielo era cuando se hacían las cosas bien y se era cariñoso con los demás, y el infierno cuando despreciabas a alguien y te equivocabas. Decía que el muerto se quedaba en nuestros recuerdos y que desde ahí nos iba a acompaña. Buf, no sé, los recuerdos, vale, sólo que los recuerdos están en mi cabeza, y ojalá estuvieran en otro sitio. Puestos a creer, yo preferiría una aparición total, aunque fuera un padre de Vera medio transparente, tipo fantasma. Porque al final los recuerdos hasta parece que te los imaginas, se ponen borrosos y algunos se pierden.”
“Recordar lo que para mí han sido los primero libros me exige olvidar desde el principio todo lo que sé de libros. Ciertamente toda mi actual sabiduría se basa en la disposición con la que ya entonces me enfrentaba al libro. Pero así como en el día de hoy tema y contenido, objeto y materia, se enfrentan al libro como algo exterior, entonces se encontraba todo fundido en él, no era algo independiente de él. El mundo abierto en el libro y el libro mismo no podían separarse bajo ningún concepto: formaban un todo perfecto. De esta forma, junto al libro, también podían cogerse con la mano su contenido, su mundo, como si tuvieran asas. Y este mundo, el contenido, glorificaban a su vez al libro en todas sus partes: palpitando en él, iluminado desde él. Y no sólo anidaban en la portada o en los grabados. Su casa estaba también en los títulos de los capítulos, en las letras especiales con que empezaban, en los puntos y aparte, en las columnas, etc. Los libros no se leían sin más, no; se vivían, se moraba entre sus líneas...”
“Mi querida prima de ojos azules:Hoy amanecí loca, y como todas las personas fastidiosas y tontas, he decidido obsequiarte con mi locura y mis disparates; yo sé que será una lata horrible, pero ya no se puede remediar nada porque ya empecé la carta y te la pienso mandar.Ante todo, siento ganas de hablar contigo sobre versos y poemas, pero no aquí, en la ciudad llena de bullicio, entre las calles plenas de algarabía, sino allá, en Los Teques, en el pueblo dulce y bueno con su iglesia blanca y tibia, con su plaza festiva.¿Cómo estás? ¿Cómo tienes el pelo? ¿Muy rubio? ¿El pelo de oro y diamantes como el de las princesas encantadas y las ninfas del día? Di que lo tienes rubio porque el sol te regaló uno de sus más claros destellos y los crisantemos decidieron perfumártelo y engalanártelo con el mejor de sus perfumes. ¿Te fijas? ¡No puedo hablar sin salir a buscar frases tontas y barbaridades!Reciban besos y abrasos de la poetisa:Ida y Vuelta”
“A veces, lees un libro y te llena con este fervor evangélico raro, y te convences de que el mundo destrozado que nunca se pondrá de nuevo junto a menos que y hasta que todos los seres humanos lean el libro. Y luego están los libros como Una Aflicción Imperial, que no puedes decirle a la gente sobre, libros tan especiales y raros y tuyos de que la publicidad de su afecto se siente como una traición.”
“Quiere a tu maestro, porque pertenece a la gran familia de cincuenta mil docentes primarios, esparcidos por toda la geografía de Italia, y que son como los padres intelectuales de los millones de chicos que crecen contigo, unos trabajadores no conceptuados merecidamente y mal pagados, que preparan para nuestra patria una generación mejor, más próspera y desarrollada que la presente.No me satisfará el cariño que me tienes si no lo profesas también a todos los que te hacen algún bien y entre ellos ha de ocupar el primer lugar tu maestro, después de tus padres. Quiérele como querrías a un hermano mío; quiérele cuando te complace y cuando te regaña, cuando a tu parecer, obra con injusticia y cuando creas que es injusto; quiérele cuando se muestre afable y de buen humor, pero más todavía cuando lo veas triste. Quiérele siempre. Pronuncia en todo momento con respeto el nombre de maestro que, después del de padre,es el más noble y dulce que un hombre puede dar a otro.”