“No tengo miedo. A pesar del dolor abrasador entre mis ojos y el conocimiento que algo viene por mí, algo que fácilmente podría arrancarme el bazo y hacerlo reventar como un globo de agua, no tengo miedo. Ella está conmigo. Ella es mi propósito y nosotros vamos a salvarnos el uno al otro. Vamos a salvarlos a todos. Y después voy a convencerla para que ella se quede aquí. Conmigo.”
“Anna está descendiendo sobre mí, bajando las escaleras sin tomar pasos. Arrastra horriblemente los pies como si no pudiera utilizarlos en absoluto. Venas oscuras y de color púrpura cortan a través de su pálida piel blanca. Su pelo es un tono menos negro, y se mueve a través del aire como si estuviera suspendida en el agua, serpenteando detrás y a la deriva como juncos. Es la única cosa sobre ella que parece viva.”
“Cada vez que digo algo ellas se ríen, se miran entre sí para permitirse reír, y me vuelven a mirar otra vez, esperando mi siguiente gracia. Dios, las personas vivas son irritantes.”
“No somos niños, ninguno de los dos. No creemos en cuentos de hadas. Y si lo hacemos ¿Quiénes seriamos? No el príncipe encantado y la bella durmiente. Yo hago que las victimas de asesinato se marchen y Anna estira pieles hasta que se rasguen, rompe huesos en piezas cada vez más pequeñas como si fueran ramas verdes. Seguramente seriamos el extraño dragón y la loca hada. Lo sé. Pero aun así tengo que decírselo.”
“Y por qué es necesario tener valor? —le preguntó el gato con tono de indiferencia.—Porque, cuando haces algo a pesar del miedo que sientes —respondió ella—, necesitas tener mucho valor.”
“¿Es amor? No lo sé. No creo en el amor. Creo en la necesidad. Necesito comer para alimentarme, y si ella no está conmigo, si está enfadada, si no la veo, no puedo comer. Necesito respirar para vivir, y cuando pienso que ella no está conmigo, que está lejos, con otra persona, no puedo respirar. Necesito dormir, y si ella no está a mi lado, no puedo cerrar los ojos. En definitiva, necesito que esté a mi lado, que sea feliz, que me necesite como yo la necesito a ella para poder vivir.”
“Ella interponía siempre una barrera de rabia para que no se le notara el miedo. Y en ese caso, el más terrible de todos, que era el miedo de quedarse sin él.”