“-No dejaré que me capture-le respondí-. Lucharé hasta que no pueda más. Si muero, te quedarás así para siempre.Su sonrisa se ensanchó.-No morirás-respondió con una mueca.-¿Por qué? ¿Porque tú estás conmigo?-Vaya, por fin lo has aprendido.”
“Y si, estás lejos. No es que no te tenga porque nada es realmente mío. Yo soy de apreciar las cosas, de encontrarle sentido o dárselo si no lo tienen. Ahora que estás lejos, sólo me queda contemplarte. Verte ser feliz con quién quieras, con lo que quieras. Agradecer que alguna vez esa sonrisa fue para mí, que esas manos han tocado las mías y que esos labios una vez hicieron el amor conmigo. Así sea en palabras. Y si, estás lejos, ¿qué importa si lo estás? De esa manera, rodeas también mi vida, a una órbita mayor por supuesto, ¿pero qué importa? Pues de esa manera te conviertes en mi paisaje. Y es así como llego amar a tu ausencia.”
“Está mejor - respondió con remilgo - Afortunadamente, me lo rompió una perra psicótica, y no alguien de la familia.Le di mi mejor sonrisa psicótica. Qué mal. La familia te puede golpear por accidente. Las perras psicóticas tienden a volver por más”
“¿Por qué me lo cuentas ahora?-Porque no quiero que olvides lo distintas que son nuestras circunstancias. Si mueres y yo vivo, no quedará nada para mí en el Distrito 12. Tú lo eres todo para mí -me dice-. Nunca volvería a ser feliz. [pp. 367]”
“Pero si sabías que todo era un montaje, ¿por qué te prestaste a colaborar?¿Por qué se presta todo mártir a colaborar con su Judas? Porque atisba un objetivo más elevado.”
“El colocó un dedo sobre mis labios. -Tomé decisiones terribles. Puedo ser un imbécil y hacerlo a propósito. Tiendo a intimidar a la gente para que haga lo que quiero. Y dejé que todo lo que ha pasado con Dawson amplifique aquellos…uh, rasgos de mi personalidad. Pero —quitó su dedo, y su mueca se extendió en una sonrisa. —Pero tú…me haces querer ser diferente. Eso es por lo que no maté a Blake. Es por eso, por lo que no te quiero tomando esas decisiones o tenerte cerca si yo debo tomarlas. Abrumada por lo que había admitido, no supe que decir.Pero él bajó su cabeza y me besó, y había aprendido que a veces cuando alguien dice algo tan devastadoramente perfecto, no hay necesidad de una respuesta. Las palabras lo decían todo.”