“Ella estaba sentada en la cumbre de una colina, contemplando Roma. El sol de la tarde volvía oro las estructuras de la ciudad.-Jamás pensé que llegaríamos a este lugar-dijo ella.-Y yo tuve fe en que lo haríamos.Él tomó la mano de ella y le plantó un beso.-¿Todo ha terminado?-Por ahora-respondió él.”
“Él puso suavemente una mano en la nuca, a la vez que ella le ponía suavemente la suya en la cadera, y se dieron un beso en la calle, rodeados de gente con prisa por volver a casa, en la luz de verano; y sería, para ambos, el beso más dulce de su vida.Aquí empieza todo. Empieza todo aquí, hoy.”
“Se detuvo a medio camino para mirar atrás. De pie y temblando en el agua y no de frío porque no hacía ninguno. No le hables. No la llames. Cuando se acercó, él le tendió la mano y ella la tomó. Era tan pálida en el lago que parecía estar ardiendo. Como una luz fosforescente en un bosque tenebroso. Que ardía sin llama. Como la luna que ardía sin llama. Sus cabellos negros flotaban en el agua alrededor, caían y flotaban en el agua. Ella le rodeó el cuello con su otro brazo y miró hacia la luna en el oeste no le hables no la llames y entonces volvió su rostro hacia él. Más dulce por el hurto de tiempo y carne, más dulce por la traición. Grullas que anidaban y se sostenían sobre una pata entre las cañas de la orilla sur habían sacado sus esbeltos picos de debajo de las alas para vigilar. ¿Me quieres?, preguntó ella. Sí, dijo él. Pronunció su nombre. Dios mío, sí, dijo.”
“Jesús, alguna vez quise decir las palabras, pero apenas podía admitirlo ante mí mismo, y mucho menos a ella. En el fondo yo sabía que era un pedazo de mierda, y ella se merecía algo mejor. Una parte de mí quería que la llevara a la habitación y mostrarle por qué ella era diferente, pero también fue lo único que me detuvo. Ella era mi opuesto: Inocente en la superficie, y dañada profundamente en su interior. Había algo en ella que necesitaba en mi vida, y aunque no estaba seguro de lo que era, no podía dar a mis malos hábitos y joderla. Ella era el tipo de las que perdona, yo podía ver, pero tenía líneas dibujadas que yo sabía que no debía cruzarlas.”
“Entro Kriztina y aquel salon oscuro se inundo de luz. No solamente irradiaba juventud, no. Irradiaba pasion y orgullo, la conciencia soberana de unos sentimientos incondicionales. No he conocido a ninguna otra persona que fuera capaz de responder asi, de una manera tan plena, a todo lo que el mundo y la vida le daban: a la musica, a un paseo matutino por el bosque, al color y al perfume de una flor, a la palabra justa y sabia de otra persona. Nadie sabia tocar como ella una tela exquisita o un animal, de esa manera suya que lo abarcaba todo. No he conocido a nadie que fuera capaz de alegrarse como ella de las cosas sencillas de la vida: personas y animales, estrellas y libros, todo le interesaba, y su interes no se basaba en la altivez, en la pretension de convertirse en experta, sino que se aproximaba a todo lo que la vida le daba con la alegria incondicional de una criatura que ha nacido al mundo para disfrutarlo todo. Como si estuviera en conexion intima con cada criatura, con cada fenomenos del universo... comprendes lo que quiero decir? Claro, seguramente lo comprendes. Era directa, espontanea y ecuanime, y tambien habia en ella humildad, como si sintiera constantemente que la vida es un regalo lleno de gracia.”
“En ese preciso momento el camino se abría y con una exclamación Lucy se encontró fuera del bosque. Luz y belleza la envolvía. Había ido a dar a una pequeña terraza que estaba cubierta de violetas de un extremo a otro.- ¡Valor! -exclamó su compañero, erguido a unos seis pies de altura respecto a ella-. Valor y amor.Ella no respondió. A sus pies el suelo se cortaba bruscamente dando paso a la panorámica. Violetas que se agrupaban alrededor de arroyos y corrientes y cascadas, regando la vertiente de la colina de azul, arremolinándose alrededor de los troncos de los árboles, formando lagunas en los agujeros, cubriendo la hierba con manchas de espuma azulada. Jamás volvería a haberlas en tal profusión. La terraza era el principio de lo bello, la fuente original donde la belleza hacía brotar agua que iba a la tierra.De pie en el margen, como un nadador que se prepara, estaba el buen hombre. Pero no era el buen hombre que ella había pensado, y estaba solo.George se había vuelto al oír su llegada. Por un momento la contempló, como si fuera alguien que bajaba de los cielos. Vio la radiante alegría en su cara, las flores que batían su vestido en olas azuladas. Los arbustos que la encerraban por encima. Subió rápidamente hasta donde estaba ella y la besó.Antes de que ella pudiera decir algo, casi antes de que pudiera sentir nada, una voz llamó: ¡Lucy!, ¡Lucy!, ¡Lucy!. La señorita Bartlett, que era una mancha oscura en la panorámica, había roto el silencio de la vida.”