“- Las mariposas en el estómago-suspiró Karou-Claro. ¿Sabes lo que pienso? Que las mariposas están siempre ahí, en el estómago de todos, en todo momento...- ¿Cómo bacterias?- No, no como bacterias, como mariposas. Y las de cada uno reaccionan con determinadas personas, a nivel químico, como feromonas, así cuando esas personas se acercan, tus mariposas empiezan a bailar. No pueden evitarlo, es una reacción química.”
“Instantáneas, momentos, meros segundos: tan frágiles y bellos y desesperados como una única mariposa que aletea en el viento creciente.”
“El corazón de las personas es como un pozo muy profundo. Nadie sabe lo que hay en el fondo. Sólo podemos imaginárnoslo mirando la forma de las cosas que, de vez en cuando, suben a la superficie.”
“- Dejame seguir, che. Yo te diría que eso que vos definís como manía o entusiasmo es algo particularmente masculino, sobre todo a partir de la edad adulta, porque es archisabido que en los hombres el niño se conserva mejor que en las mujeres.- Como quieras, en todo caso yo buscaré siempre esas mujeres que se inventan cada cinco minutos el aeroplano o el submarino, figuramente hablando, que no pueden ver un par de tijeras y una hoja de papel sin recortar un conejito, que cocinan echando miel en vez de aceite en la sartén para ver qué pasa con las costillas de cerdo, y que en cualquier momento se ponen el rimmel en la boca y el rouge en las cejas. - Mutatis mutandis, vos querés que sean como vos, rimmel aparte. - No que sean como yo, pero que me hagan sentirme yo mismo a cada minuto. - Las musas, en una palabra. - No es por eqoísmo ni porque ande necesitando palancas para mover el mundo. Solamente que vivir con una mujer pasiva me aplasta poco a poco, me quita las ganas de cambiarle la yerba al mate, de cantar a gritos mientras me baño; hay como una especie de sorda llamada al orden, de cada cosa en su lugar, el canario está triste, la leche no se va al fuego, es siniestro.”
“siempre intentábamos ver esa chispa o magia en las cosas que generalmente las personas ven como algo común. Algo así como admirar las cosas como un niño lo haría, sin perder esa inocencia y capacidad de asombro.”
“¿Será que lo doméstico -ese veneno que acaba con las pasiones y que también llamamos cotidianidad- lo arruina todo? [...] ¿Es el genio, como insisten algunos, una persona insoportablemente normal en la vida cotidiana? ¿Se puede ser genial todo el rato?”