“Qué infantil resultaba, considerando dónde se encontrabaahora, haber creído que existía un propósito divino en su amor.Y aun así, qué hermoso había sido. Lo que había compartidocon Akiva no podía arrebatárselo la vergüenza.”
“En algún momento, Akiva tal vez hubiera sentido vergüenza por enamorarse de Madrigal. Ahora aquella vergüenza era lo único que lo avergonzaba. Amarla había sido el único acto puro de su vida.”
“Lo que había esperado resultaba ser su perdición y lo que había odiado su salvación.”
“Y él, que se había acostado con incontables mujeres, de repente comprendió que hasta ese momento sólo había sido un niño.Porque jamás había sido así.Todo lo anterior había sido su cuerpo. Esto era su alma.”
“¡Carajo! -gritó.Amaranta, que empezaba a meter la ropa en el baúl, creyó que la había picado un alacrán.-¡Dónde está! -preguntó alarmada.-¿Qué?-¡El animal! -aclaró Amaranta.Úrsula se puso un dedo en el corazón.-Aquí -dijo.”
“La atraía su cara, no por lo hermosa ni lo perfecta sino por lo viril, por lo indiscutiblemente masculina, la frente amplia y despejada las mandíbulas anchas, de huesos marcados, y la barbilla de fuerte presencia. Era imberbe, se veía en la tersura de su piel cobriza, que parecía la de un zagal, aunque a leguas se notaba que había pasado los treinta. ‘¡Qué hermosos ojos!’, pensó, y reconoció que, más allá del increíble gris perla del iris, eran las pestañas, tan pobladas, tan arqueadas, las que hacían de su mirada de las más bonitas que había visto.”