“Alzó el vuelo y se alejó hacia el sol naciente, y sus alas parecían arder a la luz del alba como si estuviesen envueltas en llamas.”
“Vio que la luna se hundia en el firmamento. La luna alli, y su resplandor, ¿producido por que? Por el sol, claro. ¿Y que iluminaba al sol? Su propio fuego. Y el sol sigue, dia tras dia, quemando y quemando. El sol y el tiempo. El sol el tiempo y las llamas. Llamas. El rio le balanceaba suavemente. Llamas. El sol y todos los relojes del mundo. Todo se reunia y se convertia en una misma cosa en su mente. [...]El sol ardia a diario. Quemaba el Tiempo. El mundo corria en circulos, girando sobre su eje, y el tiempo se ocupaba en quemar los años y a la gente, sin ninguna ayuda por su parte.”
“Se detuvo a medio camino para mirar atrás. De pie y temblando en el agua y no de frío porque no hacía ninguno. No le hables. No la llames. Cuando se acercó, él le tendió la mano y ella la tomó. Era tan pálida en el lago que parecía estar ardiendo. Como una luz fosforescente en un bosque tenebroso. Que ardía sin llama. Como la luna que ardía sin llama. Sus cabellos negros flotaban en el agua alrededor, caían y flotaban en el agua. Ella le rodeó el cuello con su otro brazo y miró hacia la luna en el oeste no le hables no la llames y entonces volvió su rostro hacia él. Más dulce por el hurto de tiempo y carne, más dulce por la traición. Grullas que anidaban y se sostenían sobre una pata entre las cañas de la orilla sur habían sacado sus esbeltos picos de debajo de las alas para vigilar. ¿Me quieres?, preguntó ella. Sí, dijo él. Pronunció su nombre. Dios mío, sí, dijo.”
“Por la escalera, hacia la luz del sol, fueron saliendo el cocinero (que, obviamente, había seguido la vieja costumbre de enfrentarse a un desastre en la mar emborrachándose tan rápida y concienzudamente como le fue posible) […]”
“Corría como si para ella fuera algo natural. Recordó el vuelo de los patos salvajes en otoño. Igual de fluido y uniforme. Le vino a la cabeza la palabra «hermosa» pero la rechazó y apresuró el paso hacia casa.”
“Salió a la gris luz y se quedó allí de pie y fugazmente vio la verdad absoluta del mundo. El frío y despiado girar de la tierra intestada. Oscuridad implacable. Los perros ciegos del sol en su carrera. El aplastante vacío negro del universo. Y en alguna parte dos animales perseguidos temblando como zorros escondidos en su madriguera. Tiempo prestado y mundo prestado y ojos prestados con que llorarlo.”