“Todos somos parte del mundo, hija. Nosotros somos el mundo. Si dañamos a Tara, nos dañamos a nosotros mismos. No lo olvides nunca. Ten fe en ti misma y no te rindas.”
“-. Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es la que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia.”
“Pensamos que somos las víctimas del tiempo. En realidad la vía del mundo no es fijada en ningún lugar. Cómo sería posible? Nosotros mismos somos nuestra propria jornada. Y por eso somos el tiempo también. Somos lo mismo. Fugitivo. Inescrutable. Desapíadado. (Noi credem ca suntem victime ale timpului. In realitate, insa, viata lumii nu se stabileste nicaieri. Cum ar putea? Noi insine suntem propria noastra calatorie. Si deci suntem timpul insusi. Suntem exact ca el. Efemeri. De neinteles. Fara mila.)”
“A ti te gusta todo el mundo, o lo que es lo mismo, no te importa nadie”
“Somos como los perros, los gatos, las vacas, las ratas... Lo que nos separa de ellos y de los restantes mamíferos frente a las coincidencias es insignificante. Hasta tenemos sus mismas enfermedades. Las ratas nos contagian la peste, pero del mismo modo nosotros se las contagiamos a ellas. Y a los perros les da diabetes, como a nosotros, y sobre todo si les sacamos el páncreas para ver si sí les da. Y les da cáncer, como a nosotros. Y envejecen, como nosotros. Y se mueren, como nosotros. ¿A qué entonces la pretensión bíblica de que el hombre es el rey de la creación? Acaso porque sólo el hombre ha desarrollado el lenguaje hablado, el de las palabras, en el que radica su portentosa capacidad de mentir.”
“Nos sentimos tentados a creerlos caprichos nuestros, creaciones propias, vemos vacilar y disolverse la frontera entre nosotros y la naturaleza, y adquirimos conciencia de un estado de ánimo en el que no sabemos si las imágenes en nuestra retina provienen de impresiones exteriores o interiores. En ningún otro momento descubrimos con tanta facilidad la medida en que somos creadores, en que nuestra alma participa constantemente en la recreación de la vida. Una misma divinidad invisible actúa en nosotros y en la naturaleza, y si el mundo exterior desapareciera, cualquiera de nosotros sería capaz de reconstruirlo, porque los montes y los ríos, los árboles y las hojas, las raíces y las flores, todo lo creado en la naturaleza, está ya prefigurado en nosotros: proviene del alma, cuya esencia es eterna, y escapa a nuestro conocimiento, pero que se nos hace patente como fuerza amorosa y creadora.”