“Y había una hermosa vista, pero nadie la pudo ver, porque todos en la isla decían: ¡Mírenme! ¡Mírenme!”
“Pero all no había nadie que pudiera ver cómo secedió todo. Y no había ningún Dios que guiara la rueda. Solo estaba yo.”
“Entendía lo que Eduardo estaba diciéndole, claro que lo entendía, pero cómo sobrevivir a los días claros. Porque había días claros. Había mañanas completamente azules en las que todo parecía destellar, en las que todo estaba a la vista y no había forma de esconderlo.”
“Escribo, ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente, como decían las tres hermanas Mora, que eran capaces de ver en el espacio los espíritus de todas las épocas. Por eso mi abuela Clara escribía en sus cuadernos, para ver las cosas en su dimensión real y para burlar a la mala memoria.”
“No había día del juicio, no había una explicación final, no había ningún momento luminoso en el cual todos los terribles errores cometidos fueran corregidos y todos los horrores fueran compensados.Las brujas quemadas en la hoguera no serían vengadas jamás.¡Nadie iba a decirnos nunca nada!”
“Conoces a una chica tímida y sencilla. Si le dices que es hermosa, ella pensará que eres simpático, pero no te creerá. Sabe que esa belleza es obra de tu contemplación. Y a veces basta con eso. Pero existe una manera mejor de hacerlo. Le demuestras que es hermosa. Conviertes tus ojos en espejos, tus manos en plegarias cuando la acaricias. Es difícil, muy difícil, pero cuando ella se convence de que dices la verdad... De pronto la historia que ella se cuenta a sí misma cambia. Se transforma. Ya no la ven hermosa. Es hermosa, y la ven.”