“No publiques con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debe ser afable; pero no vulgar en el trato. Une a tu alma con vínculos de acero aquellos amigos que adoptaste después de examinada su conducta; pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas. Huye siempre de mezclarte en disputas, pero no una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti. Presta el oído a todos, y pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión. Sea tu vestido tan costoso cuanto tus facultades lo permitan, pero no afectado en su hechura; rico, no extravagante: por que el traje dice por lo común quién es el sujeto...”