“¡Qué astuto era el viejo! Ahora entendía tantas cosas… Le importaba un rábano lo que pudiera ocurrir con su vida, pero no así con la de su pupila. Su único objetivo había sido ponerla a salvo. Sacarla del tablero y ponerla fuera del alcance de sus perseguidores, al tiempo que la dejaba bajo la protección del único alfil capaz de mantenerla, al menos momentáneamente, a salvo.”
“Su presencia era tan malvada... Allí, sentado con indolencia, mientras se pasaba la mano con descuido por los negros cabellos y la taladraba con aquellos plateados ojos, parecía tan magnífico que podría pasar sin esfuerzo por el mismísimo Hades esperándola en el trono a su llegada al inframundo.”
“Desafiaré al vacíoSacudiré la nada con blasfemias y gritosHasta que caiga un rayo de castigo ansiadoTrayendo a mis tinieblas el clima del paraíso.”
“No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia? A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo.”
“En el tapiz de la existencia de Alexander había un único hilo que no podría romperse con la muerte, el dolor, la distancia, el tiempo, la guerra o el comunismo. «No hay nada capaz de romperlo —susurró Tatiana. Y con su aliento, su cuerpo y sus labios, añadió—: Mientras yo esté en el mundo, mientras respire, tú perdurarás, soldado.»”
“Al pueblo no le importaba la obra del diablo más de lo que le importa la obra de Dios, ni la del hombre. Sabía de oscuridades. Y con la oscuridad le bastaba.”
“Era como si el reloj de pared se avergonzara o fuera consciente del horror de su cometido al marcar el paso del tiempo, arrebatando segundo a segundo la vida de los que, ajenos a ellos, tomaban tranquilos un café en la sala.”