“No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia? A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo.”
“Sabía que era depresiva, que entraba y salía de las crisis de ansiedad como quien lo hace de los bares, que su equilibrio mental era bastante inestable, que de equilibrio tenía poco o nada, que era impulsiva, que tenía un carácter melancólico, que no acababa de sentirse a gusto en ningún lado... Pero ya había desistido de tratar de entender el porqué de todo esto, si era aquello enfermedad o simple rasgo de personalidad, si era muy creativa, imaginativa en exceso o sencillamente maníaco-depresiva. Ya no intentaba explicarse a sí misma en términos lógicos.”
“Su presencia era tan malvada... Allí, sentado con indolencia, mientras se pasaba la mano con descuido por los negros cabellos y la taladraba con aquellos plateados ojos, parecía tan magnífico que podría pasar sin esfuerzo por el mismísimo Hades esperándola en el trono a su llegada al inframundo.”
“—Te odio, Marcos Pessaro —dijo en un susurro que él, por supuesto, escuchó alto y claro.—No es cierto, Marina Miralles -respondió mientras subía las escaleras hacia su dormitorio—. Quizá más tarde. Ahora sólo me deseas.”
“¡Qué astuto era el viejo! Ahora entendía tantas cosas… Le importaba un rábano lo que pudiera ocurrir con su vida, pero no así con la de su pupila. Su único objetivo había sido ponerla a salvo. Sacarla del tablero y ponerla fuera del alcance de sus perseguidores, al tiempo que la dejaba bajo la protección del único alfil capaz de mantenerla, al menos momentáneamente, a salvo.”
“Y a mi orgullo lo encontréen un bar de mal beber...borracho;preguntando a tu interés:¿cómo se puede caer tan bajo?la primera vez, rescaté lo que quedódel naufragio de mi amor en la tormentade tus brazos.”