“Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos,Como nace un deseo sobre torres de espanto”
“Recuerdo muy bien cómo disfrutaba con mi sufrimiento. Era como llevarse un cachorro a la cama. De vez en cuando te arañaba... y entonces sentías auténtico espanto. Por lo general, no sentías miedo: siempre podías soltarlo o cortarle la cabeza.”
“El amor no es una posibilidad, no se debe a nuestra iniciativa, es sin razón, nos invade y nos hiere y, sin embargo, el yo sobrevive en él. Una fenomenología de la voluptuosidad -la voluptuosidad no es un placer cualquiera, porque no es un placer solitario como el comer o el beber-, parece confirmar nuestro punto de vista sobre el papel y el lugar excepcionales representados por lo femenino, y sobre la ausencia de toda fusión en el erotismo.”
“El deseo trabaja como el viento. Sin esfuerzo aparente. Si encuentra las velas extendidas nos arrastrará a velocidad de vértigo. Si las puertas y contraventanas están cerradas, golpeará durante un rato en busca de las grietas o ranuras que le permitan filtrarse. El deseo asociado a un objeto de deseo nos condena a él. Pero hay otra forma de deseo, abstracta, desconcertante, que nos envuelve como un estado de ánimo. Anuncia que estamos listos para el deseo y sólo nos queda esperar, desplegadas las velas, que sople su viento. Es el deseo de desear.”
“Los placeres parecen amapolas,mueren nada más ser cogidos;copos de nieve que caen sobre un río,destellos blancos para siempre desaparecidos.”
“Dime cómo mueres y te diré quien eres.”