“Yo no le había puesto nombre. No tenía palabras. Creía que si no hablaba no existía. Las cosas que no se nombran se olvidan o desaparecen. Por eso me costaba tanto explicárselo a alguien”
“Mi madre hablaba mucho del carácter de las personas-dije-. Me dijo que se podía saber el carácter de alguien por el tipo de amigos que tenía. Y si eso es verdad, yo tengo que ser una persona fantástica.”
“Hacía pocos años que yo había perdido a Dios. Se me había roto el espejo. Dios tenía los mismos rasgos que yo le ponía y decía las palabras que yo esperaba. Mientras fui niño me puso a salvo de la duda y de la muerte. Había perdido a Dios y no me reconocía en los demás.”
“Algunas personas tenían demasiado poder y eran demasiado crueles para que siguieran vivas; ciertas personas eran demasiado terribles, por mucho que las amaras, y por eso no importaba si uno mismo tenía que volverse terrible también con tal de detener sus pasos. Había cosas que se debían hacer.”
“No hay que tener miedo a las palabras. (...). Hay que llamar a las cosas por su nombre, sin miedo. (...) Yo ya no tengo miedo a las palabras, porque ya no le tengo miedo a la verdad. Cuando tu vida es lo que está en juego, no soportas los rodeos.”
“Por más que las personas digan cosas bonitas, la mayoría vive pensando en si mismo, no? Para ellas, lo importante es comer cosas ricas; poderse comprar lo que se quiere, pero cuando una persona pasa a querer a alguien, ese alguien pasa a ser más importante que todo.Si tuviéramos poca comida, yo te daría mi parte. Si tuviéramos poco dinero, yo dejaría de comprarme lo que quiero para comprarte lo que quieres tu. Si me dijeras que la comida está rica, yo me sentiría igualmente satisfecho, y si tu fueras feliz, yo sería igualmente feliz. Eso es querer a alguien. Tu crees que existe algo más importante que eso? Yo no creo.”