“Imposible mencionar a San Ángel sin recordar tiempos que pasaron y que, como las golondrinas de Bécquer, no volverán.”
“Todas las civilizaciones, como la gente que hay en los cementerios, son mortales. Y nosotros sabemos, como el hecho de que vamos a morir, que las civilizaciones que han llegado a su término no volverán nunca más.”
“Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan. Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.”
“Hay que ser tan viejo como la Creación, y al mismo tiempo tan joven como si aún no se hubiera nacido... Hay que entregarse, abandonarse. Hay que perderse y volverse a encontrar. Las llamas del alma no deben apagarse nunca. ¡Hay que arder sin cesar, hay que quemarse y apagarse y volverse a encender!”
“Hace mucho que las cosas dejaron de ir por el buen camino. Hace mucho que las cosas no van como antes, como los viejos tiempos, si es que existieron alguna vez los viejos tiempos.”
“Las cosas hermosas, las obras de arte, los objetos sagrados, sufren, como nosotros, los efectos imparables del paso del tiempo. Desde el mismo instante en que su autor humano, consciente o no de su armonía con el infinito, les pone punto y final y las entrega al mundo, comienza para ellas una vida que, a lo largo de los siglos las acerca también a la vejez y a la muerte. Sin embargo, ese tiempo que a nosotros nos marchita y nos destruye, a ellas les confiere una nueva forma de belleza que la vejez humana no podría siquiera soñar en alcanzar.”