“No lo hagas, si no conviene; no lo digas si no es verdad.”
“Te quiero -dijo- Nada de lo que hagas o digas podrá cambiarlo. Si me pidieras que enterrase un cadáver, o que me cargase a alguien, lo haría sin pestañear.”
“Si me convierto será porque es preferible que muera un creyente a que lo haga un ateo.”
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.”
“Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —repuso—. No quiero tener todo lo que deseo. Nadie lo quiere, no de verdad. ¿Dónde estaría la gracia si tuviese todo lo que quiero? Es eso y nada más, ¿y después qué?”
“…con eso de que aquí, en este país de leyes y constituciones, democrático, no es culpable nadie hasta que no lo condenen, y no lo condenan si no lo juzgan, y no lo juzgan si no lo agarran, y si lo agarran lo sueltan…”