“Rezábamos por la vacuidad, para hacernos dignas de ser llenadas: de gracia, de amor, de abnegación, de semen y de niños.Oh, Dios, Rey del universo, gracias por no haberme hecho hombre.Oh, Dios, destrúyeme. Házme fértil. Mortifica mi carne para que pueda multiplicarme. Permite que me realice…”
“Después de tanto tiempo juntos, ambos tenemos la cabeza atiborrada de esas advertencias menores, esas pistas útiles sobre la otra persona: lo que le gusta y lo que le disgusta, sus preferencias y sus tabúes. No te pongas detrás de mí cuando estoy leyendo. No uses mis cuchillos de cocina. No desordenes. Cada cual cree que el otro debería respetar esa serie frecuentemente repetida de instrucciones de uso, pero el caso es que se anulan las unas a las otras: si Tig debe respetar mi necesidad de remolonear sin pensar en nada, libre de malas noticias, antes de la primera taza de café ¿no debería yo respetar su necesidad de escupir catástrofes para librarse cuanto antes de ellas?-Oh, lo siento- dice, y me dirige una mirada de reproche.¿Por qué tengo que decepcionarlo de ese modo? ¿No sé acaso que si no puede contarme las malas noticias de inmediato, alguna glándula biliar o alguna úlcera de las malas noticias estallará en su interior y le producirá una peritonitis del alma? Entonces quien lo sentirá seré yo.Tiene razón, debería sentirlo. No me queda nadie más cuyo pensamiento pueda leer.”
“Me arriesgo a ser hecho pedazos por una jauría de perros para que puedas escapar y vuelves corriendo aquí. Tu sentido de la justicia podría usar un poco de sentido común.”
“Me gustaría que algo fuera verdadero. No todo, eso es imposible, pero sí al menos una o dos cosas. Vaya, que el doctor Johnson refutó la teoría de la irrealidad de la materia arreándole una patada a una piedra, pero yo no puedo ir por ahí pateando a mis compañeros de piso, o a los profesores. Además, ¿y si mi pie tampoco es real?. Me parecía que a lo mejor tu lo serías. Bueno, si nos acostábamos. Pero ahora mismo eres totalmente irreal, sólo puedo pensar en todas esas capas de ropa que llevas, abrigos y suéters y esas cosas. A veces me pregunto si habrá más capas debajo, a lo mejor eres toda de lana. Y sería bonito, bueno, digo que sería bonito que no lo fueras.”
“Comenzó por recurrir al orgullo, que es una consecuencia de la esperanza y un íntimo convencimiento de la propia inocencia; después dudó de su inocencia, lo que no dejaba de justificar un tanto las suposiciones de locura del gobernador, y por último cayó del pedestal de su orgullo, y no para implorar a Dios, sino a los hombres. Dios es el último recurso. El desgraciado que debería comenzar por él, no llega a implorarle sino después de haber agotado todas sus esperanzas”
“A menudo se usa la historia como una serie de cuentos morales para aumentar la solidaridad de grupo o, cosa más defendible, según mi punto de vista, para explicar el desarrollo de instituciones importantes como los parlamentos y conceptos como la democracia y de ese modo la enseñanza del pasado se ha convertido en algo fundamental a la hora de debatir la forma de inculcar y trasmitir valores. El peligro es que ese objetivo, que puede ser admirable, acabe por distorsionar la historia, ya sea convirtiéndola en un relato simplista en el cual sólo hay blanco y negro, o bien representándola como si todo tendiese hacia una sola dirección, ya sea el progreso humano o el triunfo de un grupo en particular. La historia explicada de este modo aplana la complejidad de la experiencia humana y no deja espacio para las distintas interpretaciones del pasado.”
“Si tuviera la oportunidad de ser Dios, la rechazaría. Si tuviese la oportunidad de ser una estrella, la rechazaría. La oportunidad más maravillosa que ofrece la vida es la de ser humano. Abarca todo el universo. Incluye el conocimiento de la muerte, del que ni siquiera Dios goza.”