“La crisis estructural del capital se muestra a través del proceso de desacumulación que sufrió el país después del aumento de los precios del petróleo a principios de los setentas. El boom petrolero y el endeudamiento masivo redujo la capacidad expansiva de la renta petrolera, la riqueza colectiva fue expropiada por unos pocos y transferida al circuito internacional, la renta petrolera permaneció en el exterior, mermando la capacidad de acumulación interna y limitando el reparto distributivo de la misma". (Giordani, 2007)”
“En cuanto al poder, se aleja a toda vela de la calle y del mercado, de las asambleas y de los parlamentos, de los gobiernos locales y de los nacionales, más allá del alcance del control de los ciudadanos, hacia la extraterritorialidad de las redes electrónicas. En la actualidad, los principios estratégicos favoritos de los que tienen el poder son el escape, la evasión y la retirada, y su estado ideal es la invisibilidad.”
“Los liberales, le decía, eran masones; gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas, de implantar al matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar al país en un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema. Los conservadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar; eran los defensores de la fe de Cristo, del principio de autoridad, y no estaban dispuestos a permitir que el país fuera descuartizado en entidades autónomas.”
“Los científicos e individuos de finales del siglo veinte son altamente creyentes, tanto como los científicos de antaño, lo único que ha cambiado es el objeto de su fe, los tradicionales creían en principios universales que regían el cosmos visible e invisible, enseñanzas y técnicas trasmitidas de generación en generación por hombres que se dedicaban a la concentración, la meditación y el estudio, que vivían en el bosque o en monasterios y templos apartados del dinero y del ruido. Los científicos actuales creen con la misma intensidad que sus antepasados, pero no en esos principios metafísicos y universales que les parecen supercherías, sino en el poder de medicaciones químicas, aunque se retiren años después; en el poder de protección de vacunas y antibióticos... en el poder del dinero para crear la realidad más falsa de todas por definición... y en definitiva en el Sistema que es quien les ha creado, quien les mantiene y el que un día les fagocitará.”
“Por entonces había muchas serpientes en la aldea. Desde el bosque atravesaban el río hasta los campos, de los campos pasaban a los huertos, de los huertos a los patios y de los patios a las casas. Allí se ovillaban de día tras las escaleras, y de noche se bebían la leche fría de los cubos.Las mujeres llevaban consigo a sus hijos pequeños cuando salían a trabajar al patio o al huerto. Los metían en canastas de mimbre, entre mantas, y dejaban las canastas a la sombra de los árboles. Arrancaban manojos de hierba de los bancales con raíz y terrón incluidos. Tomaban aliento, volvían a escardar y sudaban.Ella vivía a la orilla del pueblo. Aquel día estaba en el huerto y había dejado al niño en la canasta de mimbre, bajo el árbol. Junto a la canasta había una botella de leche. Estaba escardando la hierba del bancal de patatas. Olía a sudor. De pronto miró hacia el sol, puso a un lado el azadón y se dirigió al árbol.La mirada se le vació, la ropa se le pegó a la piel. Se quedó paralizada. Levantó bruscamente al niño, sollozó y gritó, y mientras se tambaleaba sobre la hierba, la serpiente salió de la canasta arrastrándose lenta y perezosa por el suelo, y la mujer encaneció en cuestión de segundos.En el huerto se quedaron el azadón y la canasta de mimbre bajo el árbol. La serpiente se había bebido la leche de la botella.El pelo le quedó blanco a la mujer y la gente del pueblo tuvo por fin la prueba de que era una bruja.”
“En las noches de invierno, mientras hervía la sopa en la chimenea, añoraba el calor de su trastienda, el zumbido del sol en los almendros polvorientos, el pito del tren en el sopor de la siesta, lo mismo que añoraba en Macondo la sopa del invierno de la chimenea, los pregones del vendedor de café y las alondras fugaces de la primavera. Aturdido por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos, perdió su maravilloso sentido de la irrealidad, hasta que terminó por recomendarles a todos que se fueran de Macondo, que olvidaron cuanto él les había enseñado del mundo y del corazón humano, que se cagaran de Horacio y que en cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera.”