“Sé cuánto me amas tanto como sé que este sol se pone en las tardes porque siente nostalgia de la obscuridad, y no puede esperar a que la noche le cubra entre sus brazos porque el abrigo de las sombras es más cálido que su brillo. Porque las estrellas aparecen cuando su luminosidad les da paso, y el cielo les sonríe, permitiéndoles convertirse en las deidades del tiempo y el espacio, junto a la luna sonriente y cambiante, como tú y como yo. Somos esas estrellas eternas que acompañan la noche. Somos la frialdad y el fuego abrasador. Somos dos astros fundidos en uno. Somos la mortalidad y la eternidad universal. Somos tú y yo. " (El Ángel de las Sombras, Mariela Villegas R)”

Mariela Villegas Rivero

Explore This Quote Further

Quote by Mariela Villegas Rivero: “Sé cuánto me amas tanto como sé que este sol se … - Image 1

Similar quotes

“Mis pupilas se posan en la luna negra poco perceptible al ojo humano. Esta noche es especialmente oscura. Un de esas noches en las que la nostalgia de la eternidad te cubre con su manto frío, provocando el tiritar de tus huesos muertos y vacíos, llenos de la perpetua nada que acompaña al ser que una vez tuvo llameante sangre en las venas. Esta misma fecha, un dieciocho de diciembre de mil novecientos ochenta y dos, un vampiro acabó con mi vida." (Relato)”


“El hielo es efímero. Se derrite con la primera oleada de luz solar. Nuestro amor no es así. Nuestro amor es como un árbol, de los que crecen en estos bosques. ¿te imaginas que difícil debe ser para las semillas, florecer en un ambiente tal árido y salvaje como este? Diseñado, no para dar vida, si no para aniquilarla y aun así se convierten en frondosos y fuertes troncos, capaces de proveer a otros seres con refugio y madera, para lo que sea que la necesiten. Resisten ventarrones, frío y desalentadores inviernos, de modo grácil y casi inmortal, como el alma de un vampiro. Y siguen ahí por años, a veces, siglos. Eso somos nosotros, árboles de invierno en Alaska. Así es nuestro amor, mi hermosa niña.”


“Cuando la luna me ciega con su fulgor eterno, tu luz tenue apacigua mi espíritu. Que no seas eterno inspira más poemas en mi piel que las mil historias que relato, puesto que al saber que prescindo de tu amor, le atesoro más que las más valiosas joyas. Nada en mi constante existencia ha significado más que tú, mi maravilloso compañero. Ningún extremo más que el ardor de tu mirada, suaviza el fruncir de mi ceño. Eres implacable certeza, exquisita quietud, divina fuente de paz. Eres todo y calmas a la nada que desea disiparme con impasividad. Mi deseo, mi lucero, mi luna extrañamente cercana a mi planeta. Te veo soñar y anhelo ser el rostro que se entremeta en tus convalecientes quimeras, para en un rato abrir esas ventanas fulgurosas de alma transparente y desear... desear que jamás nos separe un suspiro más, porque años han sido nuestros verdugos infinitos. Quien merece amor como el nuestro lo obtiene, mi dulce espíritu ambivalente. Quien desea de corazón meterse en los labios de una musa errante, obtiene lo que has tenido, un sabor de mil sabores que no se comparte. Una boca de mil bocas que cuentan historias de mil historias, pero cuya principal promesa eres tú, mi exquisito ángel caído del paraíso. Y si adorarte se vuelve mi mayor testigo, culpable del crimen soy al que me han sometido, puesto que en mi vida, mayor serenidad que en ti no hay, ni mayor anhelo que busque mi psique desazonada y sazonada por tu bello rostro. Todo y nada vale la pena de entremeterme entre tus labios. Todo y nada, mi dulce ángel de sueños entrelazados.”


“Somos como los perros, los gatos, las vacas, las ratas... Lo que nos separa de ellos y de los restantes mamíferos frente a las coincidencias es insignificante. Hasta tenemos sus mismas enfermedades. Las ratas nos contagian la peste, pero del mismo modo nosotros se las contagiamos a ellas. Y a los perros les da diabetes, como a nosotros, y sobre todo si les sacamos el páncreas para ver si sí les da. Y les da cáncer, como a nosotros. Y envejecen, como nosotros. Y se mueren, como nosotros. ¿A qué entonces la pretensión bíblica de que el hombre es el rey de la creación? Acaso porque sólo el hombre ha desarrollado el lenguaje hablado, el de las palabras, en el que radica su portentosa capacidad de mentir.”


“Se detuvo a medio camino para mirar atrás. De pie y temblando en el agua y no de frío porque no hacía ninguno. No le hables. No la llames. Cuando se acercó, él le tendió la mano y ella la tomó. Era tan pálida en el lago que parecía estar ardiendo. Como una luz fosforescente en un bosque tenebroso. Que ardía sin llama. Como la luna que ardía sin llama. Sus cabellos negros flotaban en el agua alrededor, caían y flotaban en el agua. Ella le rodeó el cuello con su otro brazo y miró hacia la luna en el oeste no le hables no la llames y entonces volvió su rostro hacia él. Más dulce por el hurto de tiempo y carne, más dulce por la traición. Grullas que anidaban y se sostenían sobre una pata entre las cañas de la orilla sur habían sacado sus esbeltos picos de debajo de las alas para vigilar. ¿Me quieres?, preguntó ella. Sí, dijo él. Pronunció su nombre. Dios mío, sí, dijo.”


“ROSAURA Soy de Estrella una infelice dama. SEGISMUNDO No digas tal; di el sol, a cuya llama aquella estrella vive, pues de tus rayos resplandor recibe. Yo vi en reino de olores que presidía entre comunes flores la deidad de la rosa; y era su emperatriz por más hermosa. Yo vi entre piedras finas de la docta academia de sus minas preferir el diamante, y ser su emperador por más brillante. Yo en esas cortes bellas de la inquieta república de estrellas vi en el lugar primero por rey de las estrellas el lucero. Yo en esferas perfectas, llamando el sol a cortes los planetas, le vi que presidía como mayor oráculo del día. Pues ¿cómo, si entre flores, entre estrellas, piedras, signos, planetas, las más bellas prefieren, tú has servido la de menos beldad, habiendo sido por más bella y hermosa, sol, lucero, diamante, estrella y rosa?”