“Allí el colmo de la varguardia era el moreno revenido del chulito playa con camisa polo de cuello subido, y la versión femenina de taconazos, minifalda cinturón y escote exuberante con todo tipo de tatuajes sugerentes. Aquí se llevaba más la peluca de tirabuzones y el rollo polvo de arroz estilo Drácula para la cara, acabado con el esnifado de rapé para ellos, lo mismo pero con escotes de vértigo para ellos. En lo de los escotes no había habido poco cambio. Y en lo del esnifado, en el siglo XXI el rapé había quedado obsoleto.”
“el Palacio Legislativo del porfirísmo estaría rematado “con vistosos capiteles de estilo corintio y en mitad de los mismos, encima, destacado sobre el todo de la fachada, el Águila Azteca con sus alas desplegadas”. Pero sólo se construyó la cúpula y faltó lo demás […] En México, cuando algo no existe se le construye un edificio.”
“En la cabeza del anciano, el pasado y el presente acababan de chocar para culminar la traición más cruel de la que había sido testigo en su vida [...] Presentía la muerte cada vez más cerca. Con casi noventa años sólo existe el minuto presente y el largo pasado, y en ese momento de su vida el pasado había regresado para instalarse aquí y ahora. No le quedaba futuro para resolver su terrible duda, pero tal vez a Clara sí.”
“No había dejado de desearla un solo instante. La encontraba en los oscuros dormitorios de los pueblos vencidos, sobre todo en los más abyectos, y la materializaba en el tufo de la sangre seca en las vendas de los heridos, en el pavor instantáneo del peligro de muerte, a toda hora y en todas partes. Había huido de ella tratando de aniquilar su recuerdo no sólo con la distancia, sino con un encarnizamiento aturdido que sus compañeros de armas calificaban de temeridad, pero mientras más revolcaba su imagen en el muladar de la guerra, más la guerra se parecía a Amaranta. Así padeció el exilio, buscando la manera de matarla con su propia muerte...”
“El príncipe salió de la cabina [...] Llevaba espada y puñal, botas negras relucientes y una capa negra con ribete de seda rojo sangre. Se había lavado y cortado el pelo y lo llevaba recién teñido de azul oscuro, con lo que sus ojos también parecían azules. Lucía al cuello los tres grandes rubíes de talla cuadrada engarzados en una cadena de hierro que le había regalado el magíster Illyrion."Rojo y negro; los colores del dragón." Era perfecto.Danza de Dragones (pag. 363)”
“Para reforzar el punto, Xcor se sentó al pie de la puerta. Poniendo la espalda contra los paneles. Confiaba en sus soldados con su vida en el campo de batalla, pero había una hermosa y fuerte hembra allá abajo y ellos eran unos cachondos hijos de puta en celo, la gran mayoría.Habrían pasado por encima de él para tenerla.”