“Nada, decididamente, cuando contemplaba aquellos magníficos volúmenes, nada podía compararse con tanta belleza. Más aún cuando pensaba que cada una de aquellas portadas de cuero envolvía la personalidad de una obra. Una personalidad eterna, inmutable, fiel, lo cual era imposible de decir de los hombres”
“No era feliz, no lo había sido nunca. ¿De dónde venía, pues, aquella insuficiencia, de la vida, aquella instantánea podredumbre de las cosas en que se apoyaba?[...]. Cada sonrisa disimulaba un bostezo de aburrimiento, cada alegría una maldición, cada placer su propio asco, y los mejores besos no dejaban sobre los labios más que un delirio irrealizable de una voluptuosidad más alta.”
“Se puede hablar mal constantemente de una persona sin llegar a decir nada justo; pero no es posible reírse sin descanso de alguien sin dar de cuando en cuando con una observación ingeniosa.”
“No era justo. Después de tantos años, la belleza de una mujer no debería ser capaz de penetrar con tanta impunidad en el pecho de un hombre y de oprimirlo hasta arrebatarle el aliento. Sobre todo cuando jamás podría ser suya.”
“—Lo siento —murmuró ella—. Estoy bien si sé de antemano que van a haber alimentos que no puedo comer, pero cuando se me toma por sorpresa... —Decayó, porque nadie realmente entendía que la comida no era sólo el combustible o que no había nada de malo en un poco de lo que imaginaba; cada comida, cada bocado era una batalla, una guerra de nunca acabar.”
“Es que, cuando los hombres llevan en la mente un mismo ideal, nada puede incomunicarlos, ni las paredes de una cárcel, ni la tierra de los cementerios, porque un mismo recuerdo, una misma alma, una misma idea, una misma conciencia y dignidad los alienta a todos.”