“Lo que también me parece interesante y durante mucho tiempo representó un problema para mí es que, una vez más, no encontramos simplemente en el plano del Estado socialista ese mismo funcionamiento del racismo, sino también en las diferentes formas de análisis o proyectos socialistas, a lo largo de todo el siglo XIX, y, me parece alrededor de esto: en el fondo, cada vez que un socialismo insistió, sobre todo, en la transformación y paso del Estado capitalista al Estado socialista (en otras palabras, cada vez que buscó el principio de la transformación en el nivel de los procesos económicos), no necesitó el racismo, al menos en lo inmediato. En cambio, en todos los momentos en que el socialismo se vio obligado a insistir en el problema de la lucha, la lucha contra el enemigo, la eliminación del adversario dentro mismo de la sociedad capitalista; cuando se trata por consiguiente, de pensar el enfrentamiento físico con el adversario de clase en la sociedad capitalista, el racismo resurgió, porque era la única manera que tenía un pensamiento socialista , que de todas formas estaba muy ligado al tema del biopoder, de pensar la razón de matar al adversario. Cuando se trata simplemente de eliminarlo económicamente, de hacerle perder sus privilegios , el racismo no hace falta . Pero desde el momento en que hay que pensar que vamos a estar frente a frente, y que será preciso combatirlo físicamente, arriesgar la vida y procurar matarlo, el racismo es necesario”

Michel Foucault

Michel Foucault - “Lo que también me parece interesante...” 1

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“Su piel blanca, que no me digan que el blanco es la falta de color, porque es el color más hermoso y es el color de la pureza, y por supuesto que el blanco no es la falta de color: los profesores de física han descubierto a todo el mundo que en un copo de nieve, alineados en un blanco inmaculado están ocultos sin embargo el violeta de los lirios, o sea la tristeza, la melancolía, pero también está presente el azul que significa la calma de contemplar reflejado en un charco de la calle el cielo que nos espera, porque el azul está al lado del verde que es la límpida esperanza, y después viene el amarillo de las margaritas del campo, que florecen sin que nadie las plante y se presentan sin buscarlas, como buenas noticias cuando menos se las espera, y el color de las naranjas que ya están maduras por el verano se llama muy apropiadamente anaranjado, el azahar dio un fruto que el verano madura a causa del calor, qué goce saber que germinó la semilla, creció la planta que es la adolescencia y se va a entrar en la juventud del fruto que da el goce anaranjado, el fruto jugoso y refrescante de las tardes calurosas. El rojo también está oculto en el blanco, también está en ella, en Carla, que es tan blanca.”

Manuel Puig
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“En el fondo, la conquista no sólo es el origen, es también el fin supremo de todos los Estados grandes o pequeños, poderosos o débiles, despóticos o liberales, monárquicos o aristocráticos, democráticos y socialistas también, suponiendo que el ideal de los socialistas alemanes, el de un gran Estado comunista, se realice alguna vez.Que ella fue el punto de partida de todos los Estados, antiguos y modernos, no podrá ser puesto en duda por nadie, puesto que cada página de la historia universal lo prueba suficientemente. Nadie negará tampoco que los grandes Estados actuales tienen por objeto, más o menos confesado, la conquista. Pero los Estados medianos y sobre todo los pequeños, se dirá, no piensan más que en defenderse y sería ridículo por su parte soñar en la conquista.Todo lo ridículo que se quiera, pero sin embargo es su sueño, como el sueño del más pequeño campesino propietario es redondear sus tierras en detrimento del vecino; redondearse, crecer, conquistar a cualquier precio y siempre, es una tendencia fatalmente inherente a todo Estado, cualquiera que sea su extensión, su debilidad o su fuerza, porque es una necesidad de su naturaleza. ¿Qué es el Estado si no es la organización del poder? Pero está en la naturaleza de todo poder la imposibilidad de soportar un superior o un igual, pues el poder no tiene otro objeto que la dominación, y la dominación no es real más que cuando le está sometido todo lo que la obstaculiza; ningún poder tolera otro más que cuando está obligado a ello, es decir, cuando se siente impotente para destruirlo o derribarlo. El solo hecho de un poder igual es una negación de su principio y una amenaza perpetua contra su existencia; porque es una manifestación y una prueba de su impotencia. Por consiguiente, entre todos los Estados que existen uno junto al otro, la guerra es permanente y su paz no es más que una tregua.Está en la naturaleza del Estado el presentarse tanto con relación a sí mismo como frente a sus súbditos, como el objeto absoluto. Servir a su prosperidad, a su grandeza, a su poder, esa es la virtud suprema del patriotismo. El Estado no reconoce otra, todo lo que le sirve es bueno, todo lo que es contrario a sus intereses es declarado criminal; tal es la moral de los Estados.Es por eso que la moral política ha sido en todo tiempo, no sólo extraña, sino absolutamente contraria a la moral humana. Esa contradicción es una consecuencia inevitable de su principio: no siendo el Estado más que una parte, se coloca y se impone como el todo; ignora el derecho de todo lo que, no siendo él mismo, se encuentra fuera de él, y cuando puede, sin peligro, lo viola. El Estado es la negación de la humanidad.”

Mikhail Alexandrovich Bakunin
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“El mundo que tenemos que buscar es un mundo en el cual el espíritu creador esté vivo, en el cual la vida sea una aventura llena de alegría y de esperanza, basada más en el impulso de construir que en el deseo de guardar lo que poseemos y de apoderarnos de lo que poseen los demás. Tiene que ser un mundo en el cual el cariño pueda obrar literalmente, el amor esté purgado del instinto de la dominación, la crueldad y la envidia hayan sido disipadas por la alegría y el desarrollo ilimitado de todos los instintos constructivos de la vida y la llenen de delicias espirituales. Un mundo así es posible; espera solamente a que los hombres quieran crearlo.”

Bertrand Russell
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“Estamos ante un enfrentamiento entre la metrópolis y el territorio que pretende colonizar, y por ironía de la historia, la causa de la libertad, la razón y el deseo ha abandonado las ciudades, o mejor dicho, lo que antes fueron ciudades, para refugiarse en el campo, lo que antes fue campo, y lanzar desde allí, con el concurso nihilista de los excluidos del suburbio, el contraataque contra las fuerzas antihistóricas domiciliadas en las conurbaciones. Lejos de los centros comerciales, y por lo tanto, lejos de la mercantilización del vivir y de la estatización de la existencia, el tiempo y el lugar recobran algún sentido y permiten a los individuos recuperar la memoria y cooperar contra la sinrazón capitalista, construyendo, si se rebasa el horizonte plataformista, una nueva identidad de explotados anclada en el territorio, luego en su condición concreta de habitantes, no en la condición abstracta de ciudadanos. Dicha identidad no ha de aspirar a proporcionar un marco más regulado al mercado de la vivienda y del suelo, sino a abolir cualquier relación mercantil; tampoco pretenderá complementar el régimen tecnocrático que gusta en llamarse "democracia" cuando no es más que totalitarismo disimulado, sino sustituirlo por una verdadera democracia de base, horizontal, directa, autogestionaria. No será el estandarte de un nacionalismo de nuevo cuño, sino el emblema de una voluntad universal de liberación.”

Miquel Amorós
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“La producción en una sociedad capitalista, de hecho, no es más que el proceso puesto en marcha por el propietario del capital que se inicia y continúa con el empleo simultáneo de un grupo de trabajadores, cuyos esfuerzos se juntan y conjugan para conseguir ciertos própositos. Por esa conjugación, o valga decir, por la cooperación que entonces se pone en marcha, los poderes productivos del trabajo se acrecientan, haciéndose cada vez más eficiente la obtención de los resultados materiales buscados".”

Asdrubal Baptista
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