“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...”
“un alma humana solitaria más o menos a la deriva en la blancura. Eso era lo que quedaba de un individuo humano cuando se le apartaba de su casa, su familia, sus amigos, su ciudad, su patria, su mundo: un ser sin contexto, cuyo pasado se había difuminado, cuyo futuro era aciago, una entidad despojada de nombre, de sentido, de toda vida excepto un corazón que de momento, provisionalmente, aún latía.”
“Cuando se festejaba mi cumpleaños en medio de las mismas caras, en los mismos lugares, con la misma canción repetida en coro, me asaltaba invariablemente la idea de que esto sólo difería del cumpleaños anterior en la aparición de una vela más sobre un pastel cuyo sabor era idéntico al de la vez pasada.”
“En el silencio de las tinieblas vivían los dioses que se dicen: Tepeu, Gucumatz y Hurakán, cuyos nombres guardan los secretos de la creación, de la existencia y de la muerte, de la tierra y de los seres que la habitan.”
“Durante centenares de miles de años, el hombre luchó para abrirse un lugar en la naturaleza. Por primera vez en la historia de nuestra especie, la situación se ha invertido y hoy es indispensable hacerle un lugar a la naturaleza en el mundo del hombre.”
“Con los ojos fijos en Napoleón pensaba en la insignificancia de la grandeza, en la insignificancia de la vida cuyo objeto nadie comprendía, en la insignificancia mayor aún de la muerte cuyo sentido permanecía oculto e impenetrable a los humanos”