“¿Ha estado alguna vez enamorado? Horrible, ¿no? Te hace tan vulnerable. Te abre el pecho y el corazón y eso significa que alguien puede meterse dentro de ti y revolver todo. Construyes todas estas defensas, todo fuerte y armadura, para que nada pueda hacerte daño y entonces, llega esta estúpida persona, no diferente de cualquier otra estúpida persona, y se mete en tu estúpida vida… Le das un pedazo de ti, que no te pidió. Hace algo tonto algún día, como besarte o sonreírte y es entonces cuando tu vida ya no te pertenece nunca más. El amor toma rehenes. Llega hasta lo más profundo dentro de ti. Te va carcomiendo y te deja llorando en la oscuridad; una frase tan simple como “quizá deberíamos ser sólo amigos” se convierte en una astilla de vidrio que se te va hundiendo en el corazón. Duele. No sólo en la imaginación. No sólo en la mente. Es un alma herida, un verdadero dolor que se te mete dentro y te rasga en pedazos. Odio el amor.”
“Sombra miró el cuerpo del cervatillo. Decidió que si fuera un auténtico hombre de campo, le cortaría una costillas y las cocinaría en un hoguera improvisada. Sin embargo, se sentó en un tronco de árbol, se comió un Snickers y se dio cuenta de que no era un autentico hombre de campo.”
“La persona más valiente que conozco, y eres mi amigo. Me importa un pimiento que seas imaginario”
“A forma não muda: havia um ser humano que nasceu, viveu e depois, de uma maneira ou de outra, morreu. Aí têm. Podem preencher-se os pormenores com a nossa própria experiência. Tão pouco original como qualquer outra história, tão única como qualquer outra vida. As vidas são flocos de neve, formam padrões que já vimos anteriormente, tão idênticas umas ás outras como ervilhas numa vagem (...), mas ainda assim únicas”
“Decidió que si fuera un auténtico hombre de campo, le cortaría una costillas y las cocinaría en un hoguera improvisada. Sin embargo, se sentó en un tronco de árbol, se comió un Snickers y se dio cuenta de que no era un autentico hombre de campo.”
“Se sentó en la única silla de la habitación y, al final, preguntó:—¿Eres tú?—Sí. Tengo frío, cachorrito.—Estás muerta, cielo.—Sí. Sí. Lo estoy.”