“Sombra miró el cuerpo del cervatillo. Decidió que si fuera un auténtico hombre de campo, le cortaría una costillas y las cocinaría en un hoguera improvisada. Sin embargo, se sentó en un tronco de árbol, se comió un Snickers y se dio cuenta de que no era un autentico hombre de campo.”
“Decidió que si fuera un auténtico hombre de campo, le cortaría una costillas y las cocinaría en un hoguera improvisada. Sin embargo, se sentó en un tronco de árbol, se comió un Snickers y se dio cuenta de que no era un autentico hombre de campo.”
“En el mundo había gente tan parecida entre sí que se los podría tomar por padres e hijos. Pero difícilmente existieran muchos en el mundo. Tal vez hubiera un solo hombre que pudiera corresponderse con una muchacha y una sola joven que combinara con un hombre. Solo uno para algún otro; y tal vez en todo el mundo una sola pareja posible. Viven como extraños, sin suponer ningún tipo de lazo entre ellos y hasta ignorantes de la existencia del otro.Por casualidad suben a un mismo tren, se reúnen por primera vez y probablemente nunca vuelvan a encontrarse. Treinta minutos en el curso de toda una vida. Se separan sin decirse una palabra. Habiendo estado sentados uno al lado del otro, sin mirarse, sin darse cuenta del parecido, se alejan siendo parte de un milagro del que no tomaron conciencia.Y el único admirado por la rareza de todo eso es un extraño que se pregunta si, al ser un accidental testigo, no estará participando de un milagro.”
“Un hombre de cuarenta y cinco años puede creerse joven todavía hasta el momento en que se da cuenta de que tiene hijas en edad de amar. El príncipe se sintió súbitamente envejecido. Olvidó las millas que recorría cazando, los «Jesús María» que sabía provocar, la propia lozanía actual al final de un largo y penoso viaje. De pronto se vio a sí mismo como una persona canosa que acompaña un cortejo de nietos a caballo en las cabras de Villa Giulia.”
“A pesar de que la vida de un hombre se componga de miles y miles de momentos y días, esos muchos instantes y esos muchos días pueden ser reducidos a uno: el momento en que un hombre averigua quién es, cuando se ve cara a cara consigo mismo.”
“Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema.”