“Estábamos viviendo bajo una nueva gravedad, tan imperceptible que casi no nos dimos cuenta, aunque nuestro cuerpo estaba sujeto a su dominio. Las semanas siguientes, mientras los días continuaban alargándose, los jugadores de fútbol americano comprobaron que el balón no volaba tan lejos como antes; los bateadores de béisbol resbalaban con más facilidad. Cada vez me costaba más esfuerzo enviar la pelota al otro lado del campo de una patada. Los pilotos acabaron por dejar de volar. Todo caía al suelo más deprisa.”