“—Quiero llevarte a una playa, tumbarte en la arena y besarte durante horas.Álvaro recordó una muy especial para los dos a la que le apetecía regresar. En los ojos de Celia leyó que ella deseaba volver a ese mismo lugar, tanto o más que él.—La playa de Brighton está muy lejos —le recordó bajando la voz.—¿Tú tienes prisa?Álvaro le acarició la mejilla y ensanchó la sonrisa.—Ninguna.”
“—En realidad —intervino ella—, todo empezó el día que me tropecé en el hospital con el paciente más irritante del mundo y decidí que tenía que ser sólo para mí. —Eh, yo no lo recuerdo así —contradijo Phillip—. Era yo quien estaba a las puertas de la muerte —la exageración suscitó risas—, cuando me vi atacado sin piedad por una bruja sabelotodo. Kenneth arrugó la frente al ver que Stella, en lugar de darle un capón, se deshacía por dentro y lo besaba en la mejilla con una tierna sonrisa. Curiosos efectos los del amor.”
“Los manifestantes miraron hacia arriba e irrumpieron en aplausos y vítores. Kenneth alzó la vista; Phillip y Stella parecieron percatarse entonces de que se habían convertido en el espectáculo romántico de la noche. Y el feliz protagonista, animado por el griterío, le dio a Stella un beso de película a la vez que alzaba al público dos dedos abiertos emulando el símbolo de la victoria. Aquello provocó un coro de silbidos. Kenneth sacudió la cabeza con desesperación. —Está claro que nunca seremos una empresa seria —dijo pateando una punta de cigarro que vio junto a su zapato.”
“Celia escuchó el motor del coche y alzó la vista. Ella había optado por acercarse hasta allí dando un paseo y hacía ya veinte minutos que aguardaba sentada en el hueco del Pozo de las Ánimas.Álvaro se apeó del Mercedes y se acercó rebuscando calderilla en el bolsillo. Cuando estuvo junto a Celia, le dio una moneda.—Dos —pidió ella.Él le entregó otros diez céntimos. Tras un breve silencio, las tres monedas se perdieron en la oscuridad del agujero.—¿Qué has pedido? —curioseó Álvaro, y se sentó a su lado.—Inspiración para dibujar y valor para aceptar un no por respuesta —dijo lo último pensando en el imprevisible y reñido mundo editorial—. ¿Y tú?—Que se cumplan los tuyos —murmuró acariciándole la mejilla.”
“—Significa que no puedo pensar en otra cosa más que en estar a tu lado.—¿Para cuidarme? Stella sonrió incrédula. —No —le besó en los labios—. Para que tú me cuides. —¿Semanas... o meses? —tanteó. Ella le tomó la cabeza con ambas manos y acercó los labios a su oído. —Mil años o más. Te quiero, Phillip. —Ya era hora —gruñó abrazándola con fuerza—. He llegado a pensar que luchaba yo solo en esta guerra.”
“—¿Te das cuenta de cómo hemos cambiado, Kenneth? reflexionó en voz alta—. ¿La oyes? —señaló con la cabeza hacia su derecha—. El primer día en el hospital esa risa me robó el corazón y ahora es suyo para siempre.—Mañana regresarás a tu mundo —dijo él enfrentando su mirada. —Mi mundo es éste también. —No —contradijo tomándola por los hombros—. Ésta es tu fantasía. Y no te das cuenta que la escapada que tú vives como una ilusión, es mi vida real. Cuando estés en Boston, lo verás todo con otros ojos.(...)—Tú eres una poderosa razón para volver. La única que me importa.”
“—¿No vas a pedirme ese beso? —preguntó Álvaro, recordando el famoso «Bésame» que tanto tiempo llevaba esperando escuchar.Celia le regaló una sonrisa luminosa. Sonaba a promesa de quinceañeros, pero le daba igual, llevaba una vida entera soñando con decir esas cuatro palabras.—Bésame y vente conmigo, siempre, siempre, siempre…Y Álvaro lo hizo, y con ello le regaló una sensación de íntima complicidad que Celia no olvidaría nunca.”