“De hecho, ¿qué es leer sino dibujar en el silencioso cinematógrafo de nuestra mente una de las cosas que el escritor nos describe con letras?”
“Supongo que nos dan más morbo las cosas malas, las imágenes de violencia. Nos hacen sentir seguros en nuestras casas y cómodos en nuestras vidas, o nos hunden en la miseria y nos reafirman en nuestra creencia de que el mundo es una mierda.”
“Hay muchas mentes imaginativas aquí, que en ausencia de hechos se inventarán una historia interesante para rellenar el vacío. De forma que nuestra fuerza es nuestra debilidad.”
“No queremos que nos encasillen en una de nuestras facetas, sobre todo si es de las peores. Queremos que nos den la oportunidad de demostrar que no nos correspondemos con lo que hicimos durante un día malo, que somos capaces de cosas mejores.”
“La imagen que nos ofrece México al finalizar el siglo XIX es la de la discordia. Una discordia más profunda que la querella política o la guerra civil, pues consistía en la superposición de formas jurídicas y culturales que no solamente no expresaban a nuestra realidad, sino que la asfixiaban e inmovilizaban. […] Cortados los lazos con el pasado, imposible el diálogo con los Estados Unidos –que sólo hablaban con nosotros el lenguaje de la fuerza o el de los negocios–, inútil la relación con los pueblos de lengua española, encerrados en formas muertas, estábamos reducidos a una imitación unilateral de Francia –que siempre nos ignoró–. ¿Qué nos quedaba? Asfixia y soledad.”
“Nunca se puede saber de antemano de qué son capaces las personas, hay que esperar, dar tiempo al tiempo, el tiempo es el que manda, el tiempo es quien está jugando al otro lado de la mesa y tiene en su mano todas las cartas de la baraja, a nosotros nos corresponde inventar los encartes con la vida, la nuestra...”