“Y lo peor era que mi cara se había transformado en otra completamente distinta, en la comisura de mis labios se abría paso una cierta desvergüenza de tanto beber y besar en las fiestas, mis ojos parecían lánguidos de permanecer despierto sin tener en cuenta la hora o de caer inconsciente por la bebida, en mi mirada había petulancia vulgar como la de esos estúpidos satisfechos de sus vidas, del mundo y de sí mismos, pero yo sabía que estaba contento con mi nueva situación, así que me callé.”
“A veces pensaba que si conseguía situación como un producto de mi estructura mental o de mis carencias espirituales me libraría del dolor, pero como eso me revelaba como a alguien débil en exceso dependiente del cariño de una madre-ángel-amante salvadora, nunca llegaba hasta el final de ese tipo de consideraciones, y para no dejarme llevar por la desesperación la mayor parte de las veces intentaba convencerme de que estaba venciendo mi dolor nadando de espaldas. Pero sabía perfectamente que me engañaba a mí mismo.”
“Solo después de casarse descubrió Galip que en la vida de aquella persona anónima a la que las estadísticas y los encasillamientos burocráticos llaman "ama de casa" (aquella mujer con detergente e hijos que Galip jamás había podido relacionar con Rüya) existía una región así de secreta, así de misteriosa y así de resbaladiza.”
“...a mitad de la cena, de repente me dijo que intuía que un día sería muy feliz. Y aquellas palabras me hicieron sentir con mayor claridad que se me había cerrado la posibilidad de ser feliz en la vida...”
“que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda donde en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad.”
“Y, al igual que ocurre con nuestras vidas, la mayor parte de las veces es por otros por quienes nos enteramos del significado de la ciudad en la que vivimos.”
“Jesús, alguna vez quise decir las palabras, pero apenas podía admitirlo ante mí mismo, y mucho menos a ella. En el fondo yo sabía que era un pedazo de mierda, y ella se merecía algo mejor. Una parte de mí quería que la llevara a la habitación y mostrarle por qué ella era diferente, pero también fue lo único que me detuvo. Ella era mi opuesto: Inocente en la superficie, y dañada profundamente en su interior. Había algo en ella que necesitaba en mi vida, y aunque no estaba seguro de lo que era, no podía dar a mis malos hábitos y joderla. Ella era el tipo de las que perdona, yo podía ver, pero tenía líneas dibujadas que yo sabía que no debía cruzarlas.”