“Madre de piedra, espuma de los cóndores.Alto arrecife de la aurora humana.Pala perdida en la primera arena.”
“Es la hora, amor mío, de apartar esta rosa sombría, cerrar las estrellas, enterrar la ceniza en la tierra: y en la insurrección de la luz, despertar con los que despertaron o seguir en el sueño alcanzando la otra orilla del mar que no tiene otra orilla.”
“Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu peloy por las calles voy sin nutrirme, callado,no me sostiene el pan, el alba me desquicia,busco el sonido líquido de tus pies en el día.Estoy hambriento de tu risa resbalada,de tus manos color de furioso granero,tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,quiero comer tu piel como una intacta almendra.Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,la nariz soberana del arrogante rostro,quiero comer la sombra fugaz de tus pestañasy hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculobuscándote, buscando tu corazón calientecomo un puma en la soledad de Quitratúe”
“Y algo golpeaba en mi alma, fiebre o alas perdidas, y me fui haciendo solo, descifrando aquella quemadura y escribí la primera línea vaga, vaga, sin cuerpo, pura, tontería pura sabiduría del que no sabe nada, y vi de pronto el cielo desgranado y abierto.”
“Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido”
“¿Qué significa persistir en el callejón de la muerte?”
“porque en tu pecho australestán tatuadasla lucha,la esperanza,la solidaridady la alegríacomo anclasque resistenlas olas de la tierra.”