“-Cuarenta talentos -dijo Devi con rabia -Tarifas del gremio. Y me acuesto contigo.”
“Hacía avanzar la canción despacio, pero no pesadamente. La tocaba con la lentitud de un beso lujurioso. Y no es que en esa época de mi vida yo supiera mucho de besos. Pero viéndola allí de pie, con los brazos alrededor del arpa, concentrada, con los ojos entrecerrados y los labios ligeramente fruncidos, supe que quería que algún día me besaran con ese cuidado lento y deliberado.”
“Pero creo que no me amaba, porque me atrapó con una sonrisa adorable y luego desapareció sin decir palabra. Como el rocío bajo la débil luz del amanecer.-Como un sueño al despertar -añadió Denna con una sonrisa.-Como una doncella feérica deslizándose entre los árboles.”
“Además, la rabia puede calentarte por la noche, y el orgullo herido puede alentar a un hombre a hacer cosas maravillosas.”
“—Eso no suena nada sospechoso —dijo—. ¡Y luego te preguntas por qué la gente habla de ti!—No me pregunto por qué hablan —dije—. Me pregunto qué dicen.”
“Sólo los sacerdotes y los locos no tienen miedo a nada, y yo nunca me he llevado muy bien con Dios”
“-No te calles por mi culpa, Kvothe -dijo con dulzura-. Echaría de menos el sonido de tu voz.”