“Dos partes de mí intentaron hablar al mismo tiempo. La primera parte gritaba «No le hagas nada, por favor. Otra vez no. No lo rompas. Dámelo, por favor. No lo cojas así, por el mástil». La otra mitad recitaba: «Te odio, te odio, te odio», como si escupiera sangre.”
“Eso es lo que hace el odio. Te alimenta y al mismo tiempo te va pudriendo.”
“El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo; Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: ‘Lo quiero por ti; pero lo odio por todo lo demás, hasta por haber nacido en él’. Pensé: ‘No regresará jamás; no volverá nunca.”
“Y cuando te estés secando, recordarás a la vieja y a la joven que te sonrieron, abrazadas, antes de salir juntas, abrazadas: te repites que siempre, cuando están juntas, hacen exactamente lo mimo: se abrazan, sonríen, comen, hablan, entran, salen, al mismo tiempo, como si una imitara a la otra, como si de la voluntad de una dependiese la existencia de la otra.”
“—Si piensas que actuar como si no existieras no es lo más difícil que he hecho nunca, te equivocas. Odio no hablar contigo, odio no discutir como si fuéramos un matrimonio de ancianos y odio no pasar todos los días a tu lado. Pero así es como tiene que ser. Brandon me odia, y Princesa, confía en mí cuando digo que tiene todas las razones para hacerlo. Así que si después de todo lo que te he hecho, sigues incluso considerando ser mi amiga, entonces tiene que ser sólo los domingos.”
“Te quiero, Lenore. No hay odio en lo que siento por ti. Únicamente la tristeza intensa que me provoca mi incapacidad para explicarlo o describirlo”