“-Era...- Kvothe tenía la cabeza tan agachada que parecía que hablaba con sus manos, recogidas sobre el regazo-. ¿Que estoy haciendo? -Dijo con voz débil, como si tuviera la boca llena de grises cenizas-. ¿Para qué puede servir esto? ¿Cómo puedo explicárosla si yo nunca la he entendido?”
“¿Para qué puede servir esto? ¿Cómo puedo explicárosla si yo nunca la he entendido?”
“Aprendió a conocerme, no con la minuciosidad que yo lo conocí, sino con sus conclusiones espontáneas. De todas hablaba y las definía, pero yo tuve el privilegio de ser la única a la que le descubrió nuevas facetas, la única a la que le hizo preguntas de adentro, la única en que esculcó para encontrar lo que nunca le dieron, pero se asustó con el hallazgo, los dos nos llenamos de miedo. Ese dia, cuando volvimos a cerrar lo que abrimos como si nunca lo hubiéramos visto.”
“—Por cierto, antes de que se me olvide. —Él rompió el silencio—. Creo que debería decírtelo, es algo que no puedo ocultar y que acabarás por enterarte.Ella se inquietó, por la forma en que lo decía no podía presagiar nada bueno. Lo miró en silencio, esperando que, fuera lo que fuese, no cambiara las cosas.Pero él parecía más ocupado en excitarla y no podía concentrarse si estaba pensando en lo que tenía que decir. Pero es que sus manos... sus manos estaban por todas partes, presionando un pezón, acariciando sus labios vaginales... Por no hablar de su boca, que la besaba en el cuello, en el hombro... Oh, qué delicia.Pero esa inquietud hacía que no pudiera disfrutar al cien por cien. Colocó la mano sobre la de él para detenerlo.—¿Qué eso tan importante que tienes que decirme?—Bah, nada, poca cosa. —Él intentó de nuevo meter la mano entre sus piernas.—¡Habla!—Pues nada, que te quiero —dijo él con ese tono pedante, como si dijera la hora.Ella se quedó inmóvil al escucharlo. ¿Cómo podía ser tan retorcido? Aunque... era «su retorcido» y lo quería por eso; así que sonrió, le dio acceso y buscó una réplica contundente.—Sólo tú puedes decir algo importante de forma tan enrevesada —le respondió alegre.”
“-Ya sé que querías ser amable -dijo, ablandándose-, así que me puedes dar un beso.Se había olvidado momentáneamente de que él no sabía lo que eran los besos.-Ya me parecía que querrías que te lo devolviera -dijo él con cierta amargura e hizo ademán de devolverle el dedal.-Ay, vaya -dijo la amable Wendy-, no quiero decir un beso, me refiero a un dedal.-¿Qué es eso?-Es como esto. Le dio un beso.-¡Qué curioso! -dijo Peter con curiosidad-. ¿Te puedo dar un dedal yo ahora?-Si lo deseas -dijo Wendy, esta vez sin inclinar la cabeza. Peter le dio un dedal y casi inmediatamente ella soltó un chillido.”
“-Rachel, tienes que dejar de comerte la cabeza o lo echarás todo a perder-dijo su voz de seda gris con la lluvia de fondo-. La cuestión no es si podemos hacerlo, sino si prodremos vivir con la idea de no haberlo intentado.”