“Evoqué su olor, la curva de su cuello cerca de la oreja, cómo movía las manos cuando hablaba. Me pregunté dónde estaría esa noche, si se encontraba bien. Me pregunté, de pasada, si sus pensamientos también volaban a veces hacia mí convertidos en tiernas reflexiones...”

Patrick Rothfuss

Patrick Rothfuss - “Evoqué su olor, la curva de su...” 1

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“—Ella no significa nada para mí. —La voz de Dank envió un hormigueo por mi cuello y en mi pecho—. Nunca te mentiría, Pagan. —dijo, con urgencia, contra mi oreja. Abrí los ojos para mirar hacia él, con ganas de ver el azul de sus ojos. Sus labios rozaron la punta de mi oreja e hizo un sendero hasta mi cara. Ambas manos se apoderaron de mi cintura tirando de mí con fuerza, contra su cuerpo—. Tú me tientas. No puedo caer en la tentación.No estoy hecho para ser tentado pero, Pagan Moore, me tientas. Desde el momento en que vine por ti me atrajiste. Todo acerca de ti... —Una de sus manos que se posaba en la parte izquierda de mi cintura, se trasladó hasta acariciar suavemente mi brazo—. Tú me vuelves loco de necesidad. De deseo. No lo entendía al principio. Pero ahora lo sé. Es tu alma llamándome. Las almas no significan nada para mí. No se supone que deban. Pero la tuya se ha convertido en mi obsesión. —Bajó la cabeza a mi hombro y me besó en la curva de mi cuello. Su mano se movió por debajo de mi camisa y el calor de la palma de su mano descansaba sobre mi vientre desnudo. Un pulso de calor se apoderó de mí y me apretó fuertemente contra él para que no me cayera—. Quiero matar a ese chico cada vez que veo sus manos sobre ti. —Besó el camino hasta mi cuello y arqueé mi cuello en respuesta a darle un mejor acceso. Nada se había sentido así. Su tacto era como una droga—. Quiero arrancar los brazos de su cuerpo para que no te pueda tocar de nuevo. —Un gruñido bajo, familiar vibraba en mi espalda—. Pero no puedo tenerte, Pagan. No estás hecha para mí. —Su voz sonaba torturada. Quería consolarlo. Él me reclamó también. De alguna manera, había entrado en mi mundo y se había convertido en el centro del mismo.”

Abbi Glines
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“¿Cómo la amé?Déjame contar las maneras.Las pecas en su nariz, como la sombra de una sombra; la forma en que ella se mordía el labio inferior cuando estaba pensando, la forma en que su cola de caballo se balanceaba cuando ella caminaba y cómo cuando corría se veía como si hubiera nacido para ir rápido, cómo encajaba perfectamente contra mi pecho, su olor y el tacto de sus labios y su piel, que estaba siempre cálida, y cómo ella sonreía.Como si tuviera un secreto. Cómo inventaba siempre palabras durante el Scrabble. Hyddyn (música secreta). Grof (comida de cafetería). Quaw (El sonido que hace un pato bebé). Como eructó a su manera el alfabeto una vez, y me reí tanto que escupí refresco por la nariz. Y cómo me miraba como si pudiera salvarla de todo lo malo en el mundo.Esta era mi secreto: Ella fue la que me salvó.”

Lauren Oliver
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“¿Estás enamorada de él?—¿De quién? —pregunté, perdida en el ardor del éxtasis que se acumulaba entremis piernas.—Del tío del psiquiátrico.—¿De Donovan? —pregunté sin aliento.—Si lo estás, tienes que alejarme de ti. —Enterró los dedos en mi cabello y me echóla cabeza hacia atrás, sobre su hombro, con una determinación implacable—. Tendrás quehacerlo. Todavía soy lo bastante fuerte para dejarte. —Gimió cuando deslicé la mano sobresu erección una vez más. Me sujetó la muñeca y volvió a mirarme a los ojos con unaexpresión de advertencia—. No yaceré contigo si amas a otro.”

Darynda Jones
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“Me incliné hacia ella y la besé, presionando mi cuerpo al de ella. Ella sabía muy bien, como fresas y menta. Sus brazos fueron de contra la pared a alrededor de mi cuello, tirando de mí aún más cerca. Sus dedos estaban en mi cabello, sus labios moviéndose a través de mi mejilla, su corazón latiendo con fuerza. Quería arrancar nuestra ropa y dejar que ella se arrastrara por todo mi cuerpo.”

Julie Cross
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“Aura vestida de verde, con esa bata de tafeta por donde asoman, al avanzar hacia ti la mujer, los muslos color de luna: la mujer, repetirás al tenerla cerca, la mujer, no la muchacha de ayer: la muchacha de ayer - cuando toques sus dedos, su talle - no podía tener mas de veinte anos; la mujer de hoy - y acaricies su pelo negro, suelto, su mejilla pálida - parece de cuarenta: algo se ha endurecido, entre ayer y hoy, alrededor de los ojos verdes; el rojo de los labios se ha oscurecida fuera de su forma antigua, como si quisiera fijarse en una mueca alegre, en una sonrisa turbia: como si alternara, a semejanza de esa plata del patio, el sabor de la miel y el de la amargura. No tienes tiempo de pensar mas: (47)”

Carlos Fuentes
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