“Me refiero a que cuando te tengo a mi lado es fácil olvidar.-¿Olvidar qué?-Todo -respondió, y por un instante su voz dejó de sonar alegre-. Todo lo malo de mi vida. Quién soy.”
“Deoch, mi corazón es más duro que el cristal. Cuando ella lo golpee, comprobará que es fuerte como el latón al hierro, o como una mezcla de oro y adamante. No creas que no soy consciente, que soy como un ciervo asustado que se queda paralizado al oír las cornetas de los cazadores. Es ella quien debería andarse con cuidado, porque cuando lo golpee, mi corazón producirá un sonido tan hermoso y tan claro que la hará venir hacia mí volando.”
“[...]Entonces alguien me puso una mano en el hombro. Di un salto levantándome dos palmos del suelo, y estuve a punto de caer sobre Simmon convertido en el torbellino de gritos, arañazos y mordiscos que en Tarbean había sido mi único método de defensa.Simmon dio un paso hacia atrás, asustado por la expresión de mi cara.Traté de controlar los latidos de mi corazón.- Lo siento, Simmon. Es que... Procura hacer un poco de ruido cuando te acerques a mí. Me asusto fácilmente.- Yo también -murmuró él, tembloroso, pasándose una mano por la frente-. Pero no te lo reprocho. A todos nos pasa cuando nos ponen ante las astas del toro. ¿Cómo te ha ido?- Me van a azotar y me han admitido en el Arcano.Sim me miró con curiosidad, tratando de discernir si estaba bromeando.- ¿Lo siento? ¿Felicidades? -Me miró con una tímida sonrisa en los labios-. ¿Te regalo unas vendas o te invito a una cerveza?Le devolví la sonrisa.- Las dos cosas.”
“Aprendí que Tarbean es enorme. Si no lo has visto con tus propios ojos, no puedes imaginarlo. Es como el océano. Por mucho que te hayan hablado del agua y de las olas, no te haces una idea de su tamaño hasta que te plantas en la orilla. No comprendes realmente el océano hasta que te hallas en medio de él, rodeado de agua por todos los lados extendiéndose hasta el infinito. Solo entonces comprendes lo pequeño e impotente que eres.”
“¿Por qué no lo haces y punto, en lugar de hacer todo lo posible por intentarlo?”
“Recuerda esto, hijo mío, aunque olvides todo lo demás: un poeta es un músico que no sabe cantar. Las palabras tienen que encontrar la mente de un hombre si pretenden llegar a su corazón, y la mente de algunos hombres es lamentablemente pequeña. La música llega al corazón por pequeña o acérrima que sea la mente de quien la escucha.”
“«Yo la conozco desde hace más tiempo», decía mi sonrisa. «Sí, tú has estado entre sus brazos, has probado el sabor de su boca, has sentido su calor, y eso es algo que yo nunca he tenido. Pero hay una parte de ella que es solo para mí. Tú no puedes tocarla, por mucho que te esfuerces. Y cuando te deje, yo seguiré estando aquí, haciéndola reír. Y mi luz brillará en ella. Yo seguiré estando aquí mucho después de que ella haya olvidado tu nombre.»”