“—Estoy harta de vivir mi vida, a partir de ahora quiero vivir la nuestra. Phillip la estrechó con muchísima fuerza y apoyó la barbilla en su cabeza. —Y yo podré verla a través de tus ojos —musitó—. Cómo te quiero, Stella... Notó que se estremecía entre sus brazos y trataba de ahogar un sollozo. —Bella, por favor, eso no —la separó y tanteó su rostro pura secarle una lágrima—. Si te hace llorar, no volveré a decírtelo nunca. —Pobre de ti como no lo hagas —gimoteó.”