“La camilla siguió avanzando a través de un pasillo lleno de gente en silencio. La gente me miraba con esos ojos que decían, pobre chico, tan joven, tan sano, tan blanco y yo desde la camilla les dije tranquila gente, no soy tan sano, ni tan limpio, ni tan creyente, no me lavo los dientes todas las mañanas como ustedes, no leo tantos libros, no hago deporte, ni rindo tanto en el trabajo como ustedes, tranquila gente.”
“Entró con mucho amor, descalabro, café negro, pásame un cigarrillo, esto es solo para ti, esta musiquita es sólo para ti, no importa si no te has bañado, ven para acá, te tengo, no cierres la ventana, pero por favor no llores, te juro que estaré junto a ti cuando llegue la lluvia de noviembre, ven para acá, ven a mis babas, anoche no pude dormir, eres sensacional, déjame meter mis dientes en tus dientes, déjame tumbar todas tus palabras, las quiero manosear, quiero restregar mi cuerpo en cada una de tus palabras, en tu nombre, en las axilas, pero por favor sigue, no soporto más el día, mira esos perros allá cerca de los árboles, no cierres la ventana, pásame otro cigarrillo, háblame cerca del oído, quiero que tus palabras se metan por toda mi sangre, háblame de lo que más te gusta, de tu jabón preferido, de tus blusas vaporosas, de tus pantalones que huelen a días molidos, ven para acá, te tengo, ábrete un botón y luego otro, y otro, y háblame de tu amor, descalabro, angustia, café negro, ven para acá, te tengo, no cierres tu ventana, pocillo, vaso.”
“Me cae bien la gente que lee libros, y no sólo porque yo solía escribirlos. Los lectores de libros están tan dispuestos como cualquiera a iniciar una conversación con el tema del tiempo, pero son capaces de pasar de ahí.”
“¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes[...] Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las novelas; en la vida, lo considera una locura.”
“Tal vez el que construyó este barrio pensó que las esquinas eran parte de la circunferencia de la vida donde el amor es un punto central equidistante de la curva infinita del dolor”
“Yo no tengo tribulaciones, dispongo de dinero como un rentista, no tengo jefe, ni mujer, ni hijos; existo, eso es todo. Y esta tribulación es tan vaga, tan metafísica, que me da vergüenza.”
“Los Padres son dueños de todo y la gente no posée nada; es la obra maestra de la razón y la justicia. Yo no encuentro nada tan extraordinario como los Padres, que aquí luchan contra el rey de España y el de Portugal, y que allí, en Europa, confiesan a esos mismos reyes; que aquí matan españoles, y que en Madrid los envían al cielo: es algo portentoso”